1. El Motel


    Fecha: 23/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Esteban Jonás, Fuente: CuentoRelatos

    EL MOTEL DE LA CARRETERA.
    
    Por: Pedro Suárez Ochoa
    
    En algún país de América del Sur, año 1998.
    
    Ana Luisa era una de las únicas empleadas del motel o parador turístico, “La Encrucijada”. Un viejo motel construido en los años 60 con escasos recursos; pero que aún se mantenía de pie. Solo tenía diez habitaciones, un pequeño restaurante con cantina y una piscina que solo servía para recolectar arena y, de vez en cuando algo de agua proveniente de la lluvia, la cual no era tan abundante por aquel lugar, pues era un sitio semi desierto, con una carretera agrietada y tan vieja como los longevos dueños del mencionado motel.
    
    Ana Luisa deseaba con todas sus fuerzas que el misterioso hombre de lentes oscuros y bigotes bien conservados se hospedara ese día durante su guardia. “El Hombre de Lentes” –Así le llamaba ella y sus dos compañeras de trabajo— solía pasar por el motel una o dos veces al mes, nunca tenía una fecha fija para quedarse allí. Era un hombre que manejaba un viejo Conquistador de color negro, pero bien conservado, con un motor que evidentemente no era el original, o al menos había sido modificado para tener mucha potencia. Siempre que se bajaba del vehículo le pedía a Don Arturo –un viejo mecánico del motel—que le cambiara el aceite, colocara agua al radiador y otros mantenimientos menores. Nunca se bajaba de su vehículo sin su enorme y misterioso bolso de cuero negro, dónde fácilmente podía caber un chelo.
    
    Una tarde seca y calurosa, con un sol muy ...
    ... brillante como de costumbre y un fuerte viento que arrastraba arena y resplandor, el Hombre de Lentes hacía acto de presencia con su viejo Conquistador, el deseo de Ana Luisa se había hecho realidad. Ella era la recepcionista y la camarera al mismo tiempo, ese día intentaría seducir una vez más a su caballero de lentes oscuros. Se quitó la blusa rápidamente, aprovechando que Don Arturo había salido a recibir a su ansiado huésped, luego el sostén. Una vez sin sostén, se colocó nuevamente la blusa, y se soltó dos botones. Después metió dos dedos en su sexo sudado, los metió lo más profundo que pudo e inmediatamente con sus dedos humedecidos, roció humedad detrás de sus orejas y cuello, como si se tratase de un perfume común y corriente. Hace una semana, ella había leído en una revista, que las feromonas naturales de la mujer son más poderosas que cualquier perfume; así que puso sus esperanzas en ello.
    
    Ya el Hombre de Lentes estaba muy cerca de la recepción. El corazón de Ana Luisa se aceleró e inevitablemente sentía cómo su sexo se inflamaba.
    
    —Buenas tardes, quiero una habitación—solicitó el hombre.
    
    — ¿Por cuantos días?—preguntó Ana Luisa.
    
    —Solo una noche.
    
    La recepcionista en cuestión, siempre ligaba a que él se quedara varios días, pero aquello era inútil, siempre a las 5:00 am se marchaba del lugar, dejando solamente una jugosa propina en la mesa de noche. Este hombre era de una rutina casi perfeccionista, comía siempre lo mismo, en la cena pedía un bistec con papas al ...
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