1. La mamá de mi novia


    Fecha: 14/04/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Me llamo Jorge, en el instituto conocí a Karen, nos hicimos buenos amigos, empezamos a salir y nos pusimos de novios. Una tarde fui a casa de Karen donde me presentó a su madre, Plinia, ellas son venezolanas y yo argentino. Estábamos estudiando y Plinia nos ofrecía algo de tomar, algún bocadillo, una señora muy atenta. Muy habladora, simpática, me gustaba mucho estar en casa de Karen y con su madre. Plinia es una mujer pasada de kilos, se notaba que sus tetas estaban caídas, un cuerpo rechoncho, pero su simpatía hacía que uno se sienta muy a gusto con ella. Karen es mas bien bajita, piel bien blanca, una cola bien redonda, un buen par de tetas, duras, grandes, me encantaba chuparselas. Sus pezones bien rosados. Pero el problema es que si bien me dejaba que le chupe las tetas, le meta mano, no se dejaba coger. Yo tenia 16 años y Karen 15. Siempre discutíamos por eso, yo me iba que volaba de caliente. Un par de veces me hizo la paja, pero nada más. Hasta que empecé a salir con otra chica del instituto también, pero era completamente distinta. A la segunda vez que salimos, estábamos en un parque dándonos el lote, y ella me dijo de ir detrás de unos arbustos grandes que había y me chupo la pija. Dos veces fui a su casa y la cogí. Hasta la cola daba. Por supuesto que yo no le rompí nada, ya estaba cogida por todos lados, pero a mi eso no me importaba. Una tarde caminando me encuentro con Plinia, «Jorge, que pasó de Karen y tú dejaron?», me preguntó. «Nada señora», le dije sin dar ...
    ... más explicación, «ahora soy señora y antes me decías por mi nombre?, vamos Jorge, dime la verdad, que pasó?», insistía ella. Yo me veía en un compromiso, no quería decirle a Plinia que dejamos porque su hija no se dejaba coger. «Ven, vamos a casa así hablamos más tranquilos, y no te preocupes, Karen no está», me dijo sonriendo. Llegamos, ella sacó unos refrescos, «bueno, se sincero, Karen está sufriendo mucho, ella te quiere, que pasó que dejaron?», me dijo y me dio una lata de coca cola. Yo no sabía que hacer, me sentía incómodo, «vamos hombre, o no tienes huevos de decir las cosas?», me dijo con voz de pocos amigos. «Mire Plinia, no lo teme a mal, pero es que cuando estoy con Karen, me hace calentar mucho y no responde», le dije sin más. «A ver si te entendi bien, se besan, se meten mano, pero mi hija no se deja coger, es así la cosa», dijo con la cara seria, «sí, eso es lo que pasa, y Karen no quiere creer que yo la quiero de verdad, ella piensa que una vez que hayamos estado en la cama, la voy a dejar, y no es así», le dije largando todo de golpe. «Y tú que solución le vez?», me dijo, ya cambiando el tono de voz, mas conciliadora. «No lo sé, no sé que hacer, a Karen la quiero, pero como me deja, ni le cuento», le dije ya totalmente relajado. «Y a ti, te gustan las maduritas?», me dijo subiendo un poco su falda, hasta poco más arriba de las rodillas. Plinia es una mujer que esta cerca de los 50 años. «No lo sé, jamás estuve con ninguna», le dije mirando sus piernas, que la ...
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