1. El Cazador - Parte 1


    Fecha: 21/06/2017, Categorías: Gays Autor: johna.2012, Fuente: SexoSinTabues

    ... controlar. Con la intención de disminuir el ritmo un poco, dejé de besarlo y lo separé de mí, observándolo directamente a los ojos por unos segundos. ―Me encantas ―suspiró entonces y de un empujón me tiró sobre su mueble y empezó a besarme el cuello con desesperación, moviendo su lengua de un lugar a otro y empapándome toda la piel con su saliva. Sin esperar respuesta de mi parte, levantó mis brazos y me quitó el polo, continuando su camino por mi pecho con su boca, sujetándome los pectorales con fuerza y chupando mis tetillas con verdadera dedicación. ¡Aquel chiquillo estaba en llamas! Sin esperar más, Santi llegó hasta mis pantalones pero antes de continuar me lanzó una mirada rápida, como pidiendo permiso, a lo que yo sólo atiné a sonreír. De inmediato el chiquillo desabrochó mi correa y mi pantalón, y metió su mano dentro de mi bóxer para liberar mi pene, sacándolo con mucho cuidado con ambas manos, como si fuera a romperse. Los ojos de Santi brillaron al tener mi pene en sus manos, empezando a masajearlo, subiendo y bajando su prepucio. El muchacho parecía estar hipnotizado con el brillo que tenía la cabeza de mi pene por la lubricación que ya estaba llevándose a cabo. ¡El calor de sus manos sobre mi pene me ponía a mil! Pero más me excitaba el deseo que llevaba aquel chico en su mirada. Nunca había visto a alguien desear tanto un pene. Esta vez Santi se lanzó al ataque sin volverse a mirarme para pedir aprobación. Mi pene desapareció dentro de la boca del muchacho en ...
    ... un abrir y cerrar de ojos, y mi cuerpo se inundó de aquella rica sensación que me embriagaba, la sensación de tener una boca húmeda y caliente abrazando mi miembro. La cabeza de Santi subía y bajaba sobre mi pelvis, sin detenerse, sin tomarse un respiro, de manera brusca y poco rítmica. El muchacho parecía estar pegado a mi cintura sin querer soltarse. Con cuidado coloqué mi mano sobre su cabeza y empecé a guiar sus movimientos, tratando de encontrar un ritmo que nos gustara a ambos. Sus chupadas eran firmes y continuas, pero podía sentir de vez en cuando sus dientes chocando mi pene, lo que me hacía pensar que no tenía mucha experiencia haciéndolo. ―Ten cuidado con los dientes ―le dije, y él inmediatamente se detuvo y levantó la mirada. ―Oculta mejor tus dientes debajo de tus labios y usa más tu lengua ―le expliqué al ver la expresión de duda en su rostro. Luego de mi consejo, Santi volvió al ataque, mejorando sus movimientos y dándome mucho más placer que antes. Aprendía rápido. Después de un largo rato subiendo y bajando por mi tronco, jugando con su lengua y humedeciendo todo mi miembro, decidí que ya era hora de que fuera mi turno para disfrutar de su cuerpo. Sin decir una palabra, lo tomé de su rostro y lo separé de mi pene, haciendo luego que ambos nos pusiéramos de pie. Entonces me quedé un segundo apreciando a Santi, mirándolo a través de mis ojos de lujuria, sin el desgano y decepción con el que lo había mirado cuando recién ingresé a su casa. El muchacho no estaba ...
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