1. ¿Desea algo más el Señor?


    Fecha: 06/04/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Elegos, Fuente: CuentoRelatos

    Los dos últimos meses habían sido malos. Un mal divorcio, mucho papeleo y demasiados problemas de dinero. Decidí abandonarlo todo por unos días e irme lejos. Recordé que mis abuelos vivían en un pueblo de la costa en Santander. Así que llamé a varios de los hoteles de la zona, hasta que encontré uno abierto y reserve una habitación para un fin de semana largo. Como casi todos los pueblos de por allí se dedicaban al turismo. Claro que eso es en primavera y verano. En noviembre no hay nadie, apenas unos pocos lugareños. ¡Normal! Hace un frío que pela, hay unas olas de seis metro o más y sopla un viento que te mete ese frío hasta en los huesos.
    
    Llegué al hotel, que resultó ser una casa rural de unas 10 habitaciones. La casa estaba bien, rustica y acogedora. Por lo que pude ver habían dos empleados: madre e hijo. La madre me enseñó la habitación. Las vistas eran excelentes y parecía acogedora. Me informó que no había servicio de comedor, que en temporada baja lo derivaban al restaurante de al lado. Y que el servicio de noche lo cubría su hijo que se quedaba en recepción toda la noche. Le di las gracias, me duché y me acosté directamente. Estaba agotado del viaje.
    
    De madrugada, sobre las 2 de la mañana, me desperté con un frío tremendo. Resulta que la puerta de la ventana se había abierto. Lo peor fue que estaba rota y era imposible cerrarla. Baje a recepción a ver si encontraba al hijo y ponía alguna solución. Vi al hijo en cuanto entre en la zona de recepción. Se había ...
    ... quedado dormido en su puesto, mientras miraba el ordenador. Era un poco gracioso. Al acercarme pare despertarlo me di cuenta de que estaba viendo vídeos porno de tíos. Hasta dónde yo sé siempre he sido hetero, pero también es verdad que nunca he tenido una experiencia gay. Hasta ese momento claro.
    
    Decidí despertarlo suavemente. Tardó un poco en reaccionar, pero en cuanto vio el vídeo se espabiló de momento y apagó la pantalla del ordenador. Decidí hacerme el despistado, como si no lo hubiese visto. Le expliqué el asunto y decidió que era más fácil arreglar la ventana que acomodar una nueva habitación. Al salir de detrás del mostrados me di cuenta de que llevaba la polla fuera. Estaba flácida, pero era una buena tranca. Es extraño que pensase eso. Carlos, que así se llamaba el dueño de la tranca, era un joven rubio de unos 50 kg y casi 1,70 de alto. Sabía que tenía 18 porque lo había dicho su madre, pero pelos no tenía ni en la barba ni en la polla.
    
    No se dio cuenta de que la llevaba fuera hasta que empezó a subir las escaleras. Se la metió rápidamente y subió rápido las escaleras. Le costó muy poco arreglar el pestillo. Seguro que algo que pasaba a menudo. Me pidió permiso para lavarse las manos en mi cuarto de baño y accedí. Como tardaba decidí entrar a ver que sucedía y lo encontré oliendo mis calzoncillos sucios que había dejado allí después de la ducha. Se puso rojo como un tomate y empezó a suplicar que no se lo dijese a su madre. Se puso de rodillas y me lo pedía con ...
«123»