1. Tu debajo de mi mesa


    Fecha: 18/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: bibliotecaria, Fuente: CuentoRelatos

    Como cada mañana al llegar al trabajo disfruto de unos minutos para plasmar en un simple correo electrónico lo mucho que he pensado en ti durante la noche, abro el correo y te cuento que he soñado contigo, algo habitual desde que has pasado a formar parte de mi vida.
    
    Al poco tiempo vuelvo al servidor y compruebo si tienes alguna respuesta para mí, y ahí está tu mensaje de buenos días.
    
    La mañana sigue, pero de nuevo me encuentro con una proposición indecente y nada menos que en el medio de la jornada laboral. Un mensaje invitándome a charlar un rato, pero que intuyo hay algo más…
    
    Nada más decirte que llevo un vestido adivino tus intenciones… y tu orden no se hace esperar:
    
    —Quítate las bragas —me dices
    
    Después de un rato acelerando mi respiración con tus palabras me marcho a tomar el café de la mañana, por supuesto tu deseo es que salga a la calle así… y no sé cómo lo haces, pero consigues que así sea.
    
    Me vienen a buscar y me levanto de la silla con la sensación de que mis compañeros se darán cuenta de mi desnudez y lo peor llega cuando montamos en el ascensor, intento juntar las piernas para que a través de la pared transparente del elevador no pueda vérseme nada.
    
    La media hora del descanso se me hace interminable, no dejo de ser consciente que estoy desnuda, que cualquiera puede darse cuenta de que debajo no llevo nada, y eso hace que el calor no se vaya de mis mejillas.
    
    No soy capaz de inmiscuirme en las conversaciones de mis acompañantes, mi mente ...
    ... está en otra parte, mis pensamientos están contigo y en las sensaciones que tu orden me está provocando. Y cuando el camarero de todos los días se acerca, no puedo mirarle a los ojos para indicarle que me traiga un café.
    
    Si ellos supieran que mis braguitas no están donde deberían y que me las haces llevar en el bolso, no quiero imaginar la cara que pondrían.
    
    A la vuelta me preguntas cómo ha ido la experiencia y tu lujuriosa imaginación ha maquinado más peticiones por cumplir.
    
    —Siéntate directamente sobre el asiento, sino te mojaras la falda —me dices
    
    Así lo hago y continúas poniéndome nerviosa, la sola idea de sentarme sobre la silla, con la humedad que cada vez más sale de mi entrepierna me hace sudar. Pero aun tienes más órdenes para mí:
    
    —Separa tus piernas cuatro dedos, que nadie te ve, siempre las quiero separadas
    
    Así lo hago, temiendo que en cualquier momento alguien se acerque demasiado, pero a ti no te parece suficiente y sigues poniéndome más nerviosa:
    
    —Tócate y dime como estas —la respuesta la conoces de antemano, tan solo deseas que sea consciente de lo mojada que estoy pese a lo embarazoso de la situación. Pero tú sigues:
    
    —Abre tus labios con las dos manos, como si estuviese debajo de la mesa y quisieras enseñarme todo
    
    Solo de pensar que te tengo aquí conmigo como partícipe de la situación aumenta aún más mi excitación, y la cosa sólo ha hecho más que comenzar:
    
    —Quiero que te metas el dedo corazón en tu conejito, limpia el dedo con la ...
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