1. La pediatra, mi hermana y yo.


    Fecha: 12/03/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Cuando uno está en edad de acudir al pediatra, las visitas al médico son muy frecuentes durante el año, creo recordar que acudía una vez al mes a las revisiones rutinarias. Mi hermana y yo habíamos acudido desde siempre a la misma hora y en el mismo día a la consulta, no había problema, éramos dos niños pequeños que no tenían nada que esconderse. Sin embargo, durante el último año y medio no habíamos coincidido, ya que mi hermana acudía a actividades extraescolares por las tardes, y eso hizo que tuviesemos consulta en diferentes días y horas. Yo tenía ya 14 años y estaba acudiendo a mis últimas visitas a la pediatra, ya que con 15 años te pasaban al médico de los adultos. Mi hermana tenía 12 años, y por entonces ya no tenía ninguna actividad extraescolar por las tardes, así que las citas de pediatría se volvieron a concertar para nosotros dos a la misma hora y día. Aquella tarde, mi hermana Sara y yo nos preparamos para ir camino del ambulatorio a pasar consulta, con total tranquilidad. Mi hermana Sara había cambiado mucho en el último año, había crecido de estatura tan rápido que apenas era un poco mas bajita que yo, sus pechos, aunque pequeños, habían adquirido un tamaño que los hacía destacables para una chica de esa edad, su culito redondete y respingón era su punto fuerte, y su figura se había estilizado mucho. Desde luego, mi hermana Sara era ya una atractiva adolescente, y a mi me inquietaba el hecho de que la comenzaba a ver mas como una chica atractiva que como a una ...
    ... hermana. Es por eso que de camino al ambulatorio, aprovechaba siempre una distracción de ella para mirarle el culete o el bultito que ya hacían sus pechos en su camiseta. En mi mente no cesaban de resonar frases como "vaya cuerpazo", "qué buena está la niña" o "hace nada era una cría, y ahora me tiene babeando". Acto seguido no podía evitar sentirme culpable por pensar esas cosas de mi hermanita, fue en ese momento en el que caí en algo en lo que no había reparado, y que me perturbó y excitó a partes iguales, el reconocimiento por parte de la pediatra lo pasábamos siempre en paños menores. Desde siempre nos habíamos quedado semidesnudos en la consulta de la pediatra mi hermana y yo, pero ahora la situación era distinta, ella ya no era una nena, era un bombón, un bombón al que iba a ver casi en pelotas. Llegamos al ambulatorio, y tras una aburrida espera de una media hora, la pediatra sale de su consulta y nos llama para que entremos. Nuestra pediatra era la doctora Esther, una mujer de unos cuarenta y pocos años, pelo corto moreno, y bien conservada para su edad. Una vez dentro de la consulta, la doctora Esther se sienta y nos dice: - Bueno, pues vamos a pasar la revisión, como ya estais bien creciditos los dos, supongo que preferís que os la haga por separado, ¿no? Aquello me produjo una mezcla de decepción y alivio, se me esfumaba la ocasión de ver a mi hermana semidesnuda, pero por lo menos se evitaría esa situación tan tensa que se produciría con uno enfrente del otro en ...
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