1. La reeducación de Areana (6)


    Fecha: 11/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    De una olla sacó dos salchichas trozadas y algunas papas hervidas que puso en el comedero y después vertió un poco de agua mineral en el otro cuenco.
    
    -Vamos, nena. –dijo imperativa. –En cuatro patas y a comer.
    
    -No quiero comer, no tengo hambre. –contestó la jovencita con un hilo de voz y sin moverse.
    
    -¿Qué dijiste, pendeja? –preguntó Milena poniéndose en cuclillas junto a Areana, que permaneció en silencio.
    
    -Sos dura de entendedora. Imbécil, diría yo. Acabás de recibir la paliza de tu vida, tenés el culo a la miseria y seguís sin aprender que lo que vos quieras o no quieras no importa nada.
    
    -Por favor… -murmuró la niña. -Téngame piedad, señorita Milena… Por favor…
    
    -No se educa en la obediencia con piedad, nena. Oíme bien. En media hora vuelvo y pobre de vos si veo que no comiste. Te ponés en cuatro patas y tragás todo. ¡Todo! –concluyó la asistente y salió de la habitación dejando a Areana hundida en la angustia.
    
    La niña se sentía agobiada por tantas sensaciones: un intenso y doloroso ardor en las nalgas y los muslos; miedo a ser nuevamente castigada tan duramente; turbadora conciencia de que había estado buscando, sin saberlo, que su madre la pusiera en vereda, que le marcara límites precisos; que la obligara a portarse bien y a ser obediente; la añoranza de esos chirlos recibidos sobre las rodillas de Amalia que le habían revelado un goce inesperado e intenso, tan voluptuoso como jamás lo hubiera imaginado. Pensó en su madre, mujer de carácter débil, ...
    ... incapaz de advertir y mucho menos de satisfacer el deseo y la necesidad de su hija, pero que, en cambio, la había entregado a Amalia para que le bajara los humos y la reeducara.
    
    “Tengo que comer”, se dijo. “No podría aguantar un sólo azote más…” y con esfuerzo se puso en cuatro patas y se desplazó hasta los cuencos, uno con la comida, el otro con el agua. Tragar cada bocado le costó horrores, pero finalmente logró dar cuenta de las salchichas y las papas y también de toda el agua.
    
    Mientras tanto, en el living, Milena informaba a Amalia de lo ocurrido con la pupila:
    
    -No sé con qué me voy a encontrar cuando vuelva a verla, señora.
    
    -Espero que haya comido todo, pero si no lo hizo la agarrás a bofetadas o le pinzás los pezones. Ni se te ocurra azotarla, no quiero que le lastimas esa colita ni esos muslos tan lindos que tiene. No quiero heridas. Sabés que ése no es mi rollo.
    
    Sí, ya lo sé, señora.
    
    -A partir de ahora, por unos días, hasta que se le curen esas partes, no la vamos a castigar a menos que se indiscipline y si lo hace le das una buena bofetada. Vamos a ver cómo reacciona después de la tremenda paliza que le di Tampoco la esposen ni le pongan los grilletes en los tobillos. Además, y esto te va a gustar, vos y Marisa tóquenla un poco, caricias, digo, sóbenle la cola, las tetitas, la concha, y fíjense si se moja. Quiero que se vaya aficionando a las caricias femeninas. No pasen de ahí, pero no le ahorren toqueteos. Yo haré lo mismo.
    
    -Será un placer, ...
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