1. Los gofres


    Fecha: 05/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Serëgon, Fuente: CuentoRelatos

    Me hallo esperándote sentado en un banco de un parque. Es de noche. Se te han antojado unos gofres, me lo dijiste por teléfono antes de quedar. Y claro, si mi preciosa quiere gofres, le doy gofres. Estoy con unos gofres en una bolsa.
    
    No sé por qué, pero me siento nervioso. Esas mariposas en el estómago y tu recuerdo. Estoy deseando que llegues. No me da tiempo a pensarlo y te veo aparecer por el parque. Me levanto y voy hacia a ti. Esas mariposas las noto más que nunca, joder. Llevas una camiseta con un buen escote y una falda corta preciosa junto con unas medias negras con encajes.
    
    En cuanto llego a ti, te rodeo con mis brazos y te miro a los ojos durante unos segundos antes de comenzar a comerte a besos y decirte que te echaba de menos. Tú, me callas a besos, besos, besos y más besos. Tus carnosos labios me ahogan en un gran placer.
    
    Me separo un segundo y te ofrezco dar un paseo por el parque. Asientes con la cabeza y me coges de la mano. Entrelazo mis dedos con los tuyos y comenzamos el paseo.
    
    Ese día te muestras radiante. Estás mejor que nunca, preciosa, risueña y desprendes buenas vibraciones.
    
    Llegamos a una zona de césped y me siento. Doy un par de palmadas en el suelo para invitarte a sentarte. Te sientas algo descuidadamente y tu falda se mueve, dándome visión de tus braguitas (negras de encaje, por cierto. Me gustan). Te sientas prácticamente pegada a mí y comienzas a hacerme cosquillas. De cosquillas pasan a ser caricias. De caricias a meternos mano ...
    ... levemente. Y de eso, a casi desnudarnos ahí en medio, pero recordamos que estamos en un parque, y aunque sea de noche, no deja de serlo.
    
    Tras estar un buen rato tonteando en el suelo, decidimos ir a casa y terminar allí la noche. Estamos bastante excitados y voy intentando disimular mi erección por la calle, y eso te va haciendo gracia. Bromeas sobre ello hasta que llegamos a mi casa.
    
    "No te atrevas a bromear una vez más sobre eso..." digo sonrojado.
    
    Vamos entrando y tú tienes una sonrisa picarona que te delata. Y tengo razón. Nada más entrar, me sueltas un "vaya erección, colega..." seguido de unas risas.
    
    Entonces no me lo pienso dos veces y corriendo te agarro del culo y comienzo a besarte el cuello. Te quedas impresionada. Sueltas un par de gemidos y rápidamente freno en seco, te pongo a prueba. Veo que vas acercando tus labios a los míos. Yo me alejo y te susurro que cierres los ojos. Los cierras y suavemente te cojo de las manos. Te conduzco hasta mi habitación. Cierro la puerta y te siento en la cama. Me quito la camiseta y los pantalones silenciosamente.
    
    "No abras los ojos, ¿eh?" te digo. Bajo hasta abajo la persiana para que no entre luz de la calle y me aseguro de que estamos totalmente a oscuras.
    
    Ahora vuelvo a por ti. Te tumbo lentamente en la cama y voy acariciando tu cuello y te muerdo el labio inferior. Comienzas a acelerar tu respiración en cuanto mis manos se acercan a tus pechos. Maldita ropa, me impide tocar tu cuerpo físicamente.
    
    Sin ...
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