1. Compasiva


    Fecha: 20/02/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Key-Q, Fuente: SexoSinTabues

    Mi padrino de bautizo es hermano de mi mamá y vive en el campo donde es el administrador de una hacienda. Y desde hace unos cinco años atrás tenía asignado un caballo para mi uso exclusivo, con el cual siempre salía a pasear cuando estaba de visita por allá. Yo ya tenía 16 años, me había hecho muy amiga de aquel corcel y nos queríamos mucho. Al contrario de como muchos pensarán estos animales son bastante inteligentes, casi tanto o más que algunos perros. Podía montarlo sin riendas y con solo un sonido o con un toque en alguna parte de su cuerpo sabía lo que tenía que hacer. Resulta que un verano en que fui a pasar la temporada de vacaciones allá, había una yegua fina sangre que entró en celo y mi pobre corcel sufría las consecuencias de percibir su aroma, ya que él es de otra raza y no podían dejar que se apareara con ella, estaban esperando un semental de su misma subespecie que llegaría en un par de días más. El pobre aparte de estar encerrado, lo tenían atado para evitar que se escapara donde ella y no pude evitar el fijarme en su enorme pene que se prolongaba unos 50 centímetros desde entre sus piernas y vientre, que normalmente no estaba así y ahora colgaba algo curvo para abajo empalándose a ratos por un instante al momento que daba sus relinchos. Me daba mucha pena ver sufrir a mi corcel, la ansiedad que demostraba y que pese a estar atado no mostraba mayor nerviosismo, solo agitando de vez en cuando su respiración. Por la noche lo fui a ver y seguía igual, se me ...
    ... ocurría que su pene se le iba a estropear y le quedaría así colgando para siempre, por lo que aprovechando que era tarde, que casi todos estaban durmiendo y no andaba nadie por allí, me atreví a tomárselo con la mano para tratar de masturbarlo y aliviarlo un poco de su ansiedad. Si bien no había masturbado nunca a un hombre, me imaginé que podría sentirlo mejor si existía algún lubricante de por medio, ya que yo cuando me masturbaba me mojaba mucho y con eso podía meterme hasta cuatro de mis dedos en mi elástica almejita, por lo que fui a buscar una botella de aceite y al llegar de vuelta me empapé ambas manos tomándole con muchas ganas su cosa para recorrérsela apretadita y extendido, logrando con ello que lo empalara en pocos segundos y hasta un tiritón se dio que me hizo pensar que iba a eyacular, pero solo lo mantuvo completamente duro por algunos segundos para luego bajar su intensidad. Esto lo hice por algunos minutos hasta que pronto me cansé, después de lo cual me fui a oler las manos que estaban impregnadas de una esencia muy concentrada de su sudor con suaves toques de acidez y sexo (marisco o pescado). Como no logré mi cometido, me fui a lavar las manos para luego ir a acostarme porque ya era tarde y no quería que alguien me viera a esas horas al lado de mi corcel con su verga así como la tenía. El olor ese de todos modos me quedó impregnado y estando ya acostada no podía dejar de olerme los dedos (las uñas precisamente), recordando lo que hice hace un instante no pude ...
«123»