1. Pagando la deuda


    Fecha: 13/02/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: sceptico, Fuente: RelatosEróticos

    Cuando entré en casa me la encontré de rodillas limpiando el suelo. Su culo apretado resaltaba debajo del pantalón corto que llevaba. Se sobresaltó al oírme porque no me esperaba, se levantó y me dijo: - ¡que susto no creía que volviera a casa! No, claro que no, pedazo de guarra, como el resto de los días que has estado aprovechándote y hablando por teléfono desde aquí. Te has gastado más de mil euros, joder.
    
    - No, eso no es cierto señor. Bueno, sólo algún día lo he hecho porque tenía necesidad.
    
    - Da igual, no vamos a hablar de eso ahora, está todo recogido en las facturas de internet. Tienes dos opciones, o pagas, o a la puta calle.
    
    - Pero no tengo dinero, ¿Cómo me va a hacer eso?, podemos hablarlo, iré pagando poco a poco.
    
    Silencio. Mi mirada estaba fija en sus tetas, creo que no llevaba sujetador. Le dije: -a lo mejor hay otras formas. Ven. Se acercó con un cierto desparpajo, me pareció ver en sus ojos un cierto alivio. Supongo que estaría acostumbrada a dejar su cuerpo por cuatro duros a cualquier tirado de la calle.
    
    Mis manos cogieron sus tetas directamente. En efecto, no llevaba sujetador. Las estrujé con fuerza, eran gordas, duras y con dos pezones como cerezas maduras. De un empujón la lancé contra el sofá y me dirigí al despacho. Cuando entré de nuevo en el salón se había desnudado por completo. Me recibió con un pequeño tanga y una mirada desafiante. Estaba bien buena la hija de puta.
    
    La cogí casi en volandas mientras su media sonrisa me iba ...
    ... acelerando el pulso. La apoyé contra la mesa y até sus manos y sus piernas a cada una de las patas. Una estampa preciosa. Me acerqué por delante cogí su pelo, y elevando su cara le dije al oído: -Mira puta, yo soy el que dice cuando se ríe aquí, ¿de acuerdo? Inmediatamente me coloqué detrás y le di el primer manotazo en el culo. Se encogió un poco, pero no gritó. Luego otro y otro y otro. Poco a poco sus nalgas fueron enrojeciendo, mis manos calentándose y mi polla engordando dispuesta a que la dejara entrar en acción.
    
    - Me hace daño, señor, dijo llorando.
    
    - Eso es sólo al principio. Contesté, mientras manos seguían yendo y viniendo contra su culo
    
    Sus nalgas estaban tan rojas que casi parecían sangrar. Las acaricié despacio con mis manos y las unté bien de aceite. Parece que eso la calmó un poco porque sus quejidos se hicieron más leves. Luego busqué el agujero de su culo con mi dedo índice, a la vez que la preguntaba, ¿Cuántas veces te han abierto el culo, zorra?
    
    - No, eso no. Sólo una vez un novio quiso hacérmelo, me dolía mucho y no le dejé. Por favor se lo pido. Lo que quiera, con la boca, o como sea, pero eso no por Dios.
    
    Esa petición urgente, de nuevo con el llanto en los ojos me enervó, el animal que llevo dentro se levantó en armas, abrí con fuerza su culo, dejando el agujerito del ano completamente a la vista y escupí en él un par de veces. Ella, completamente inmóvil no podía hacer nada, solo llorar. Metí mi dedo índice, primero despacio, luego un poco más, ...
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