1. Mari Carmen, una madre muy ardiente. 8


    Fecha: 26/01/2019, Categorías: Incesto Autor: hagen2012, Fuente: SexoSinTabues

    Mari Carmen, una madre muy ardiente. 8 Son las primeras horas de la tarde y la suave brisa acaricia la piel de una mujer sentada en un banco del parque. La mujer es una cuarentona no es hermosa al uso de una revista de modelos , pero no está mal. Lleva puesta una minifalda de color crema, que deja a la vista la práctica totalidad de sus piernas, gruesas, fuertes y enfundadas en unas medias blancas hasta algo más arriba de las rodillas. La mujer tiene las piernas cruzadas, forzando a la minifalda hacia arriba, con lo cual, sus muslos se muestran al completo a cualquiera que quiera mirar. Unos zapatos negros de tacón completan la imagen de aquellas bonitas piernas, mientras que por encima, una blusa blanca holgada disimula – aunque no del todo – la rotundidad de las tetas de la mujer, unas tetas grandes y gordas, aunque colgantes, coronadas. por un buen par de pezones que se dejan ver al trasluz a poco que uno mire con fijeza a la blusa. La mujer lleva además una chaquetilla roja, algo arrugada, y un bolso, que cuelga con descuido de su brazo. Unas brillantes lágrimas se deslizan por las mejillas de la mujer. Llevaba puestas gafas de sol, pero se las ha quitado. Limpiándose las lágrimas con las manos, la mujer cierra los ojos y se deja impregnar por la brisa y por la luz decadente del sol tardío. No hay muchos transeúntes a estas horas, y la cuarentona está casi sola en el parque. De este modo, no se preocupa por que puedan verla llorar, y da rienda suelta a sus ...
    ... frustraciones. Así, las lágrimas afloran de nuevo con facilidad. Su rostro, ancho y con algunas arrugas ya bastante visibles, parece hermoso bajo la luz tenue del sol, como embellecido bajo la tristeza de las lágrimas. Se lleva las manos a la cara y susurra, para sí misma: -Oh, no, no… ¿por qué me pasa esto a mí? ¿Qué ha pasado entre nosotros, qué ha salido mal, tan terriblemente mal?- y se deja envolver por la pesadumbre. Piensa en su marido, al que ha ido a buscar al aeropuerto. Lo ha estado esperando largo tiempo, hasta que ha recibido una llamada al móvil. Era él, diciéndole, con voz cortada, que no podía regresar a casa, todavía no, todavía había algo que tenía que hacer. Y Mari Carmen,- así se llama la mujer – le dijo que no importaba, que regresase cuándo pudiese, pero en realidad lo que quería decirle era que lo hiciese ya, que aquello que ocurría entre ambos y que los estaba destrozando tenía que resolverse ya, ya mismo. Pero no lo dijo. Su marido colgó. Y ahora ella, sentada en un parque, solloza desconsolada, sintiéndose triste y vacía. Sin saber lo que hace, sin pensar, Mari Carmen descruza las piernas y sitúa las piernas una al lado de la otra, aunque ligeramente separadas, sin darse cuenta de que, al hacerlo, proporciona una excelente panorámica de sus bragas a quien pudiese estar mirándola desde el otro lado del parque. Pero no hay nadie. O casi. Mari Carmen atisba una figura, medio oculta por unos árboles, sentada en un banco en perpendicular al suyo, de frente. Parece un ...
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