1. Memorias de un solterón (2)


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    CAPITULO 2º
    
    De esas abstracciones mías vino a sacarme, primero, un pellizco que ella me arreó en el brazo, de esos que, antes al menos, se llamaban de monja, que las señoras que en su niñez y primera adolescencia asistieran a colegios regentados por tales religiosas podrían dar buena fe de cómo eran. Vamos, que te encendían, me encendió ahora a mí, dejándolas, dejándome a mí, marcaditas, marcadito, para días, al tiempo que, entonces sí, la escuchaba decirme con toda claridad.
    
    – ¿Se puede saber dónde estás, Antonio?... Porque, tu cuerpo sí que está aquí, conmigo, a mi ladito, pero tu mente, tu alma, sabrá Dios por dónde anda… Porque, vamos a ver, ¿qué acabo de decirte?
    
    Y qué queréis, que, al instante, con mi semblante en rojo fuego, que las mejillas parecíame que echaban lumbre, del calor que allí mismito sentía, bajé la cabeza, la vista, evitando así su mirada, prendida, con total insistencia, en mí
    
    – Perona, Carmela; perdóname… Sí, me he distraído por unos minutos…no sé si muchos o pocos… Y no; no te escuchaba, embebido en ms pensamientos… Bueno… Una tontería; perdona, de verdad, mi querida amiga…
    
    – A saber cuáles eran esos pensamientos que te tenían tan ajeno a todo… Aunque, no sé, no sé, que me mirabas, que ni pestañeabas siquiera…como si quisieras aprenderte, de memorieta, todita mi fisonomía, todita yo, vamos… Lo mismo pensabas hacer mil y una guarrerías con una… Y, ¿sabes lo que te digo?; que irías dao, guapo, que, si bien se me da pegar pellizcos que ...
    ... “molan mazo”, no veas cómo se me da arrear rodillazos donde más os duele a vosotros, los tíos… Luego… ¡”Avisao” quedas!
    
    Y yo, si antes me puse en rojo mayor y sin ser capaz de mantenerle la mirada, ahora estaba más en bermellón que en rojo y diciendo “Tierra, trágame”… Pero la “pugnetera” tierra, “que si quieres arroz, Catalina”… U sédase, que ni “flowers”… Hasta que, al fin, fui capaz de más balbucear que hablar
    
    – ¡Por Dios Carmen!... ¡Ni borracho se me ocurrirían tal contigo!
    
    – ¡Ah!... Pues muy bonito… Vamos, que no me ves lo suficientemente “mollar” para intentar “meterme mano”…
    
    ¡Que Dios confunda a las mujeres y a quién las entienda!... ¡Pues, no te amuela y con lo que me sale ahora!
    
    – No… No es eso tampoco, Carmen… ¡Ay Dios de mi vida!... Que ya ni sé ni qué decir…
    
    – ¡Ja, ja, ja!...
    
    – ¡Por Dios, Carmen, Carmela!... ¡No te cachondees de mí, por favor!
    
    Y era cierto, que yo ya ni sabía qué hacer, dónde meterme, pues más “corrido”, más avergonzado, ya no podía estar. Pero, al menos, ella se “cortó” un poco de seguir riéndose de mí a mandíbula batiente
    
    – No Antonio, mi querido amigo; no me río de ti, ni mucho menos… Te aprecio demasiado para hacer eso… Pero, esa carita de niño bueno, más compungido que otra cosa, tras ser cogido en falta, era tan gracioso… Sí Antonio, me reía, pero sin mala intención… De buen rollito, vamos… Te quiero; sí, te quiero, demasiado para hacer eso… Ja, ja, ja… Sí; estás, estabas, graciosísimo…
    
    – Ya… Bueno… Pues ¿sabes?... ...
«1234...10»