1. ¡Mi hermana, mi mujer, ufff!


    Fecha: 20/01/2019, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... volvían loco. Ella emitía sonidos que mi mano ahogaba. Incrementé el ritmo de mis embestidas. Poco a poco su vagina fue dándose de sí. Busqué acomodar mi pene para no hacerla daño, pero su coño parecía estirarse sin límites al sentir mi presión. Pensé de manera fugaz que ella era mi medida perfecta. Retiré la mano. Ya sólo jadeaba. Estaba a punto de correrse.
    
    No te pares, cariño- me dijo.
    
    Mi pene logró entrar por fin hasta el final, noté su vagina dilatada y tensa, estremecida, luego empezó a contraerse. En ese momento me retiré. Se la saqué de un tirón. Ella me miró sin comprender.
    
    ¿Qué haces, cariño? ¿Por qué te sales?
    
    La besé en la boca y la volvía a penetrar con fuerza. Entraba y salía de ella variando un poco el ángulo pero apuntando al espacio que me había abierto junto a su útero. Ana volvió a sentir los espasmos preludio del orgasmo y entonces volví a retirarme de ella. Me miró casi sollozando.
    
    ¿Porque te sales de mi, Dani?
    
    La acaricié el clítoris lo tenía enormemente hinchado. La miré.
    
    Es que no quieres que me corra dentro, y no sé si seré capaz. Yo... No sé....
    
    Me miró de nuevo con las lágrimas a punto de saltarle de los ojos, abrió más las piernas y se acarició los labios vaginales en una señal que parecía una invitación urgente, estaba totalmente entregada. No lo dudé, la volví a penetrar con más fuerza. Su cuerpo acompañaba mis embestidas, sus piernas abrazaban mis caderas sin ...
    ... soltarse de mí. Ella llegó de nuevo al punto de excitación anterior, pero esta vez, en lugar de retirarme, seguí con más y más fuerza hasta que el orgasmo no tuvo posibilidad de marcha atrás. Ana arqueó la espalda y se corrió durante un buen rato sin parar de chillar. Sentía las contracciones de su vagina con una excitación creciente. Verla disfrutar de esa manera me volvía loco. Me miraba con los ojos enrojecidos sin poder controlar sus gemidos. Afortunadamente puede aguantar el tipo durante su interminable orgasmo. Justo cuando ella empezaba a relajarse y buscaba tocarse el clítoris para intentar prolongar su placer, llegó mi turno. La bombeé con más fuerza, si cabe, y acabé corriéndome yo también. Sentía un placer indescriptible mientras mis testículos, mi pene, todos los músculos se contraían una y otra vez. Pensé que no podría resistirlo. Ella lanzó varios gemidos al notar como el semen con una presión inusitada impactaba contra su útero y el fondo de la vagina, perdí la cuenta de cuantas veces, nunca había sentido nada parecido. Por fin los espasmos cedieron y me derrumbé exhausto sobre ella. Ana me acogió entre sus pechos con dulzura sin decir nada, sólo acariciándome la cabeza. Me quedé dormido. Ella creo que no, seguíamos en la misma posición cuando me despertó, unas horas después, para decirme que me iba a preparar algo de cena antes de llamar a Gloria, para decirla que en unas horas regresaría a casa. 
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