1. Yegua domada (3)


    Fecha: 12/01/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anabella, Fuente: CuentoRelatos

    —Levantá lo que tiraste —le dije a mamá, que se había quedado en suspenso.
    
    Se puso a recoger las masitas y el plato, mientras me miraba de reojo; su mirada me fastidió, pero lo dejé pasar por un minuto. Continué, dirigiéndome a todas:
    
    —No quiero que piensen que tengo preferencias. Acá las cosas no podrían ser más claras: yo mando y ustedes hacen lo que se les manda. Así de fácil. Son un hatajo de putas y lo saben bien. No se engañen por mi edad, ya vieron que sé hacer lo que tengo que hacer. ¿Tienen alguna duda? Hablen ahora.
    
    Todas dijeron que no, menos mamá, que había acabado con su tarea y estaba colocando el plato sobre la mesita. Me di cuenta de que estaba resentida por mi elección, pero yo no podía tolerar esos desafíos.
    
    —Pregunté algo, Jazmín… —le dije, cruzándome de brazos. Era la primera vez que la llamaba por su nombre.
    
    Ella asintió con la cabeza, pero no habló.
    
    La agarré por los hombros y me senté con ella haciéndola inclinarse. Entonces le empecé a dar suaves puñetazos en la cabeza, mientras le decía:
    
    —¿Qué te pasa, no te entran las cosas en esa cabecita de idiota?
    
    —Sí, sí, entendí —dijo ella, lo más rápido que pudo.
    
    —¿Entonces por qué no contestabas, taradita? —le pregunté, soltándola un poco.
    
    —Porque… Porque…
    
    —¿Porque sos una estúpida, por eso? —le dije.
    
    Ella bajó la cabeza, pero yo aún no estaba conforme y le quise dar una lección delante de todas. Así que le di vuelta la cara de un sopapo, que debe haber sonado hasta la ...
    ... esquina. Ella era la que más me irritaba de todas y me había puesto rojo; les dije a las demás:
    
    —Váyanse, la semana que viene empezamos.
    
    María se dio vuelta y se acomodó la ropa; Denise, confundida, se paró y esperó a las otras. Leticia me mostró la blusa que yo había desgarrado y me dijo si mamá no le podía prestar algo para volverse a su casa. Sin dejar de mirar a mamá, le respondí:
    
    —Allá está la habitación, sacá algo del placard y ponételo; y apurate.
    
    Hizo lo que le mandé; al rato volvió con una blusa celeste que le quedaba muy bien; era una de las favoritas de mamá, así que fue un castigo extra para ella. Fui a despedir a las chicas hasta puerta; más allá de lo sucedido, parecían complacidas de volver al trabajo, salvo Denise, que nada decía, y que no parecía la misma chica altiva de la primera vez. Pero yo no tenía tiempo ahora de seguir ocupándome de ellas.
    
    Mamá me había chupado la pija unas cuantas veces desde que empezamos el asunto, hacía dos semanas, pero hasta ahora yo no la había penetrado; ni a ella ni a ninguna otra mujer. Más allá de que todo lo que yo hacía era intuitivo, me sentía preparado para romperla toda, y se vio bien que las otras chicas no tenían ninguna duda de que lo estaba, y que en unos días les tocaría a ellas.
    
    Cuando regresé al living mamá aún permanecía cabizbaja. Estaba especialmente hermosa aquella tarde. Se había peinado su largo pelo castaño en una toca muy complicada, y tenía puestas unas calzas estampadas y una remera ...
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