1. Mi experiencia con una veterana


    Fecha: 02/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hace unos años fui a bailar a Bwana, en Luján, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Esa confitería hoy ya no existe, pero en aquel entonces era el centro del levante en la zona.
    
    Después de mirar un buen rato veo una veterana que no paraba de mirarme. Tenía cerca de 50, mas bien baja. Vestimenta discreta acorde a su edad. No era muy llamativa. Yo tenía 26 años y estaba con toda la leche encima. Tropece varias veces con esa mirada y algo me dijo que la sacara a bailar.
    
    Lo hice y accedió. Sin cruzar palabras bailamos un buen rato música movida. Luego de ello la invité a tomar algo. Accedió. Compartimos unas cervezas y hablamos muy poco. Se llamaba María del Carmen, hacía casi 5 años que había quedado viuda y era la primera vez que salía desde la pérdida de su esposo.Tenía 55 años, trabajaba como auxiliar de enfermería. En eso el disc jockey (así le llamábamos en esa epoca a los DJ) puso música lenta. La invité a seguir bailando y accedió.
    
    Subimos a la pista y nos abrazamos estrechamente. Apoyó su mejilla sobre mi pecho y se dejó llevar.Suavemente acaricié su espalda y mi mano subió hasta su cuello. Comencé a acariciarlo. Se dejó hacer. Apoyé mi mentón en su cabeza y comencé a rozarlo contra su mejilla.Instintivamente se volvió hacia mí y comenzamos a besarnos. Tras un rato de besos y baile fuimos al reservado. Alli nos sentamos en un rincón oscuro y nos dimos largos besos franceses mientras con mis manos tocaba sus senos y su cola. Al tocar su cola se volvió loca. ...
    ... Introdujo su lengua desesperadamente en mi boca. Avancé y metí mi mano entre su pollera y su ropa interior mientras con mi dedo mayor marcaba la raja de su culo. Jadeaba excitadísima a la par que me besaba don desesperación.
    
    Salimos del baile y fuimos a dar un paseo por las calles aledañas. Al pasar por un hotel alojamiento le propuse entrar pero se negó. Nos sentamos en la plaza y comenzamos a besarnos. Mis manos se aventuraron más debajo de sus ropas. Le desprendí el corpiño y palpé sus tetas, algo caídas pero aún excitantes. Puse una mano sobre una de sus rodillas. Como no dijo nada comencé a deslizar mis dedos debajo de su falda, acaricié su pierna y subí un poco más. Al llegar a su concha apretó las piernas, pero ya era tarde. Mi mano había logrado su objetivo. Aparté la braga y deslicé mi dedo por su vulva que estaba totalmente húmeda. Su resistencia cesó y abrió las piernas entregándose. Volví a insistir en ir al hotel y accedió.
    
    Una vez allí entramos en la habitación y comencé a desnudarla. Por mi parte solo me saqué el pantalón. Ella entonces me desprendió la camisa y se abrazó a mi totalmente desnuda. Comenzamos a bailar y a tocarnos y besarnos. Terminé de desnudarme y así rodamos sobre la cama. De costado y sin saber como la penetré acabando instantáneamente. Desesperada me tendió boca arriba y, con maestría, me montó introduciéndose mi pene. Era tanta la calentura que no perdí la erección y al rato la inundé con mi semen.
    
    Sin esperar se metió al baño y se ...
«12»