1. La historia de Claudia (5)


    Fecha: 26/12/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    De pronto Inés dijo dirigiéndose a Blanca:
    
    -¿Sabés? Me gustaría tenerla uno de estos días. ¿Puede ser?
    
    -Por supuesto que sí. –contestó Blanca. –Cuando vos quieras me llamás y yo te la mando a tu casa.
    
    -Es que mi marido está por hacer de un momento a otro un viaje de negocios y entonces yo aprovecharía.
    
    Claudia las escuchaba sintiendo que la consideraban una muñeca inanimada, una simple cosa de la cual disponían sin ningún miramiento, y se estremeció al escuchar que Blanca decía:
    
    -Cuando termines el corte te la muestro desnuda, si querés, así la vas paladeando.
    
    -¡Me encantaría! –se entusiasmó Inés y minutos más tarde el nuevo corte de Claudia estuvo listo. A la joven le costó abrir los ojos y enfrentarse, compungida, con esa nueva imagen que el espejo le mostraba. Contuvo un sollozo y escuchó a Blanca decir:
    
    -Me la dejaste perfecta.
    
    -¿Cierto que sí? –dijo la peluquera mientras con sus dedos daba los últimos toques al peinado. Estaba por barrer los restos de la desaparecida cabellera cuando Blanca la detuvo.
    
    -¡No! ¿qué hacés? Va a barrer ella. Las sirvientas están para estas cosas. -y levantó a Claudia del sillón tomándola de un brazo. La joven recibió de Inés la escoba y la palita y, consciente de que toda protesta sería inútil y además peligrosa, hizo lo ordenado sintiendo que en realidad era nada comparado con la humillación que significaría tener que exhibirse desnuda como un animal ante esa desconocida, mientras la peluquera se relamía a la ...
    ... espera del espectáculo que le había sido ofrecido por Blanca.
    
    Cuando Claudia terminó con la tarea y su cabellera dormía el sueño eterno en un pequeño cesto de plástico negro, Blanca la hizo parar en el centro del gabinete mientras Inés se sentaba en un sillón de cuero blanco con una amplia sonrisa y todo el cuerpo en tensión.
    
    La joven, dirigida por la señora, debió quitarse primero las zapatillas y las medias. Luego fueron llegándole las órdenes de ir despojándose de la remera, el bermudas, el corpiño y la bombacha, para lucir finalmente sin velo alguno, con la cabeza gacha, los ojos cerrados y agobiada por la vergüenza, toda la magnífica belleza de su cuerpo. Experimentaba la dolorosa sensación de que poco a poco estaba dejando de ser una persona para ir convirtiéndose en un objeto al que Blanca manejaba a su antojo.
    
    -¿Y? ¿Qué te parece mi perra? –la escuchó decir dirigiéndose a Inés.
    
    -Un ejemplar de raza, querida. Digna de un primer premio en cualquier exposición. –contestó la peluquera arrellanándose en el sillón mientras observaba a la joven de pies a cabeza, teniéndola de frente.
    
    Entonces Blanca le ordenó a Claudia que pusiera las manos en la nuca y abriera las piernas.
    
    -Así te puede ver bien por todos lados. –le dijo a modo de humillante aclaración.
    
    Inés siguió mirándola hasta que se puso de pie y empezó a girar lentamente alrededor de la joven, con su brazo derecho cruzado por delante en la cintura y sosteniéndose la barbilla entre los dedos índice y ...
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