1. Parte de lo que he vivido


    Fecha: 09/08/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Key-Q, Fuente: SexoSinTabues

    ... salía corriendo dando de saltos, utilizando todo el ancho del patio en su correteo mostrándose ansioso y vigoroso a la vez. Yo le hablé cariñosamente mientras llenaba sus recipientes, aprovechando de acariciarle lomo y costillas al momento que tomaba un poco de agua, lo que al sentir su musculatura, suave y corto pelaje hizo que me terminara de mojar, sintiendo como que me había orinado de tan empapada que estaba mi almejita, lo que él obviamente percibió con su olfato y no dudó en ir a meter su nariz ahí. Insistió tanto y tan luego, que me sentía agradecida de que mis oscuras intenciones se estaban dando así de fácil. Fui a probar suerte y con algunas expectativa de lo que pudiera pasar, pero no pensé que las cosas se dieran tal como iban, clavó de sobremanera su nariz en mi entrepierna, por lo que me lo llevé a la cocina y bajándome en conjunto mi jeans y calzón dejé expuesto mi sexo, el que no fue necesario le ofreciera pues se puso a lamer en el acto, haciéndome entrar en transe de inmediato con aquellas cosquillas que hace mucho tiempo no experimentaba. Mi pantalón en las rodillas no me dejaba separar bien las piernas para que me pudiera lamer más profundo, por lo que en una rápida acción saqué mi pierna derecha y abriendo un cajón del mueble de cocina apoyé mi pie ahí, logrando abrir en un gran ángulo mis muslos permitiéndole lengüetear directamente de la entrada de mi vulva, haciéndome estremecer en pocos segundos al rozar exquisitamente mis labios, pasando por mi ...
    ... clítoris cada vez y cuando estaba a punto de llegar al máximo clímax de mi orgasmo, el cajón se salió de sus correderas yéndose de golpe al piso. Con tal estruendo el perro salió corriendo quedándose luego tras el umbral de la puerta y yo respiré tranquila luego de ver que nada se había roto, solo tenía que recoger todos esos utensilios de repostería que estaban desparramados en el piso y volver a poner el cajón en su sitio, lo que comencé a hacer enseguida luego de ponerme mis pantalones, ahí estaba a gatas y le hablé tiernamente al mestizo para que entrara nuevamente en confianza "¡¡¡Siiií entre mi niiiño, si no fue su culpa, venga, venga!!!", lo que además de alentarlo a entrar le dio tanta confianza que apenas llegó a mí, se me subió por atrás respondiendo mi interrogante de cómo lo haría para probar su pene. Tan sencillo como me lo demostró, su tamaño era preciso para que me montara como perrita y me pareció que él sabía como. Así que una vez guardado todo lo del cajón, me desnudé de la cintura para abajo y me bajé a cuatro patas al piso de la cocina, lo que el perro obviamente entendió y luego de dar unas cuantas lamidas más dio inicio a sus intentos por montarme y penetrarme. En un principio era molesto sus uñas en mis pantorrillas que me las pisaba a cada instante tratando de acomodarse, también sentía las de sus patas delanteras en mi costados que si bien igualmente dolían no me arañaban por contar con la protección de mi camiseta, fueron cuatro o cinco las ocasiones en ...
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