1. Dominación étnica


    Fecha: 02/12/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Estaba en la Hacienda un sábado por la tarde y supervisaba unas obras. Mientras regresaba vi un galpón y no recordé para que se usaba, ni su estado, así que decidí ir a ver como estaba y que había.
    
    Entré y oí unos gemidos eroticos, así que subí unas escaleras y caminé silenciosamente mirando hacia abajo. Casí al final vi a mi hijo de 17 años cabalgando sobre un negro. Ambos estaban desnudos totalmente. Sergio, mi hijo se entregaba a un peón negro enorme, gimiendo ruidosamente de placer. El peón, Mario, le decía cosas al oido y Sergio gritaba cada vez más. Quedé sorprendido al ver que llegaba a un orgasmo, instantes antes que Mario lo hiciera. Al acabar ambos se abrazaron y besaron con lujuria, acariciandose mutuamente. Sergió se levantó y quedé sorprendido de que mi hijo hubiera recibido en su cuerpo aquel largo y grueso pene. Mario se paró y se besaron largo rato, entonces Sergio se arrodilló y satisfizo oralmente a Mario.
    
    Al este acabar oí que este le decía: Vamos a bañarnos, debemos irnos.
    
    Salí de allí silenciosamente. Estaba en Shock, mi hijo ...
    ... era gay y yo nunca lo había sospechado. Volví a casa y me serví un whisky. Vi una camioneta que se paraba a unos 100 metros de la casa y a Sergio que bajaba de ella, con Ines, mi hija de 19 años.
    
    No entendí nada. Al llegar Sergio e Ines me dijeron que ambos eran amantes de Mario. Si lo botas nos vamos con el, me dijeron. Ines me contó que Mario era su hombre y su Maestro, y que juntos habían seducido a Sergio. Mario lo quería dominar y someter, y ahora es nuestro esclavo y hará todo lo que le pidamos, dijo.
    
    Sergio me dijo que Mario lo hacía feliz, y a el lo volvía loco satisfacerlo, luego que él se había gozado a Ines. Supe que tenían relaciones desde hacía dos años. Les dije que luego hablaríamos, pero todo quedó allí. Desde la muerte de mi esposa los había descuidado mucho, y perderlos era lo último que quería, así que decidí que si eso los hacía felices, no debía interponerme.
    
    En otras ocasiones he visto a Sergio gimiendo en brazos de Mario, y a mi hija jadeando de noche en su cama con ese peón, y aunque no le hablo, no me opongo a sus relaciones 
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