1. Cuando una puerta se cierra…


    Fecha: 24/11/2018, Categorías: Gays Autor: Pidroso, Fuente: SexoSinTabues

    Pere nunca se había movido de su comunidad autónoma. En sus treinta y nueve años de vida nunca había sentido la necesidad de viajar. Estaba contento viviendo en el pueblo donde había nacido y disfrutaba de la vida tranquila con sus vecinos y colegas. Sus padres murieron en un accidente de tráfico siendo él muy niño aún, tanto que solo consigue recordarlos viendo una foto que se hicieron cuando tenía cuatro años. Desde entonces estuvo al cuidado de su única abuela, que por desgracia falleció de un ictus cuando él tenía dieciséis. Se sabía gay desde muy joven y en su entorno nadie lo había censurado por ello. Incluso todos conocían su relación desde los veinte años con uno de los maestros de la escuela, el Jordi. Maestro suyo además, le había dado clase en la EGB y era el responsable de que Pere fuese un ávido y gran lector tanto de filosofía como de literatura universal. Tras tratarse de igual a igual jugando la partida en el bar cada día, desde sus dieciocho años, acabó enamorándose de él hasta las trancas y al ser correspondido fue muy feliz con quien supuso el gran amor de su vida. Vivieron quince años inigualables en la masía que heredó de su abuela y en la que trabajaba cuidando cabras de forma ecológica y vendiendo su carne y sus quesos. Hacía ya cuatro años de la muerte de Jordi, su compañero, su esposo, con cincuenta años recién cumplidos. Un fulminante cáncer de páncreas localmente avanzado e incluso con metastásica en otros órganos que se lo llevó de su lado en un ...
    ... tiempo record. Hasta su último suspiro estuvo a su lado y lloró su ausencia como no había llorado nunca, ni cuando murió su admirable abuela. Tras dos años, en los que solo su rutina agrícola y ganadera le obligaba a levantarse cada día, volvió a visitar el bar del pueblo y a echar alguna de las partidas de cartas de media tarde con sus convecinos. Si alguien le hubiese preguntado por su estado civil el tenía claro que contestaría viudo. Aunque nunca se habían casado, ni cuando los amigos de ambos los animaban, sobre todo por no darles un disgusto a los padres de Jordi, que eran unos valencianos bastante opusimos, si que se habían registrado como pareja de hecho en el ayuntamiento, lo que, aunque no le importase demasiado, hizo que tuviese derecho a una pequeña pensión de viudedad. Las cenizas de Jordi reposan en la Masía, junto al pozo, bajo un pequeño roble que plantaron todos sus amigos sobre ellas. Tiene por costumbre saludarlo cada mañana al salir a soltar a las cabras y cada noche le sigue deseando felices sueños desde la ventana de su habitación. Siempre nos sorprende, a quienes hemos pasado por ello, como el transcurrir del tiempo transforma la tristeza extrema en nostalgia y amor por las personas que nos dejan y como nuestra vida va recuperando poco a poco su ritmo tras su pérdida. Y en el caso de Pere estas pérdidas habían sido muchas pero no acabaron con él y acabó imponiéndose su buen humor y su sonrisa afable. Siempre había sido regordete y no se preocupaba por ...
«1234...»