Mi madre se coge a mi perro y me recompensa para que guarde silencio - Relatos Eróticos

Mi madre se coge a mi perro y me recompensa para que guarde silencio

Mi nombre es William tengo 19 años, hace aproximadamente 6 meses fui testigo de algo que nunca imaginé fue por el mes de abril, en esa época mis padres estaban pasando por un proceso de ruptura. Mi madre es delgada con un cuerpo muy sexy, ella se dedica al modelaje y acude mucho a eventos, mi padre es todo lo contrario, es profesor de literatura con unos kilos demás, aunque en sus épocas de universidad era jugador de Fútbol americano lugar donde conoció a mi madre que era porrista de la misma universidad.  

El ritmo de vida tan distinto de ambos era el motivo por el cual discutían constantemente hasta que mi padre se cansó y se fue a vivir solo a un departamento y yo me quedé a vivir con mi madre, sin mi padre en casa ella se la pasaba en fiestas y reuniones con sus amigas y acostumbraba a llegar borracha o siempre mente llegar hasta el otro día.

Afortunadamente mi padre me daba dinero y de esa forma me podía administrar yo mismo para mis gastos y comida, que por lo general era pizza, comida china o sopas instantáneas ,no obstante había momentos que en verdad se sentía sola la casa ya que cuando estaba mi madre o estaba dormida o preparándose para salir.

Un día llegando de la escuela, vagando cerca de la casa me encontré un perro callejero muy sucio que su pelo parecía rastas, demasiado delgado que se le notaban los huesos, yo llevaba una pizza me senté en las escaleras de la entrada, le lance dos rebanadas y a partir de ese día siempre me esperaba fuera de casa y ...

... compartía con él mi comida.

Tome la decisión de adoptarlo, lo bañe en el jardín y le cortó las rastas enredadas en su pelo, la verdad no quedo tan bien como pensé pero al menos ya estaba limpio, ese mismo día lo vio mi madre al llegar de noche venía un poco ebria y me dijo que es eso de donde lo sacaste le dije que lo encontré en la calle, me empezó a decir que no lo quería dentro de la casa lo cual trataba de convencerla en eso el empezó a ser juguetón con ella empezó a correr alrededor de ella y dar brinco moviendo la cola.

Al final como no queriendo aceptar lo hizo  y me pregunto, como le vas a poner de nombre, no me complique mucho y lo llame rastas, poco a poco mi madre igual le fue teniendo aprecio ya que cuando estaba en casa la seguía más a ella hasta la espera en la puerta siempre que llegaba de sus fiestas.

Un día ya en la madrugada tocaron a la puerta baje abrir, era un señor taxista que traía a mi madre totalmente ebria, apenado le pedí disculpas al señor, me ayudó a meterla dentro de casa la sentamos en un sillón y acompañe al señor a la puerta y le pagué el viaje.

Al entrar rastas le estaba ladrando queriendo jugar y ella tan ebria estaba que ni caminar podía, la tome de la mano y la apoye en mis hombros, pensaba subirla a su habitación pero era difícil para mi solo y más porque estaba de terca, diciendo … yo me subo sola, tu haces mucho ruido.

La termine soltando y cayó de rodillas, comenzó a gatear hasta las escaleras para subir a su habitación, ...