Una mujer casada y yo - Relatos Eróticos

Una mujer casada y yo

... agachó, sacó mi verga de mi pantalón y se la metió a la boca con desesperación chupo mi verga a un buen ritmo (avía pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hizo pero no se olvidó cómo) empuje su cabeza obligando la a tragarse toda mi verga, empecé a follarme su cara yo estaba loco por el placer mientras que ella asia arcadas con mi verga. le saque mi verga de su boca ya no quería jugar quería su vagina la quería azer mia. Los dos los desnudamos por completo ella se acostó su espalda en la cama su vagina estaba mojada, metí mi verga, empecé el mete y sacá moviendo mis caderas mientras ella gritaba de placer ella podía gritar cuánto quisiera porque nadie la escucharía (excepto su marido si llegaba).
Después de un rato ya no lo soportaba más estaba a punto de acabar, se lo dije.

Mariana: as lo dentro cariño vamos

Yo: y tú marido

Mariana:  se lo merece, ahora soy toda tuya.

Acabe dentro mi leche chorreaba por su vagina. seguimos después de un pequeño descanso está vez la puse en cuatro y volví a meter mi verga ella gritaba de placer esos gemidos y respiración entre cortada me encendieron de nuevo provocando que acelere el ritmo provocando aún más gritos de placer departe de Mariana, también provocó que empezará a salir todo sus jugos provocando le un gran placer pera ella... pero yo no iba a parar así que volví a meterle mi verga, seguí con el mete y sacá asta que ya no podía más estaba apunto de acabar se lo dije a Mariana y ella quería que se lo diera en ...

... la boca

Mariana: dale a tu perra tu leche en la boca que tiene hambre.

Acabé cómo ella quería. En el tercer round estábamos cansados ella tomó el control, se montó en mi verga pero tuvimos que parar un rato a descansar donde los seguimos besando asta que recuperamos nuestras fuerzas, seguimos asta que yo no podía más y ella me izo acabar entre sus tetas. Yo estuve apunto de dormirme pero ella me levanto.

Mariana: no te duermas vístete que mi marido podría llegar

Yo: bueno

Después ella se fue a bañar le dije si quería que la acompañará pero ella dijo que no que su marido podía venir y encontrarlos juntos así que me fui.                                                     al día siguiente ¡me llamo Raúl! pensé en mi cabeza que seguramente ya los abría descubierto no sabía si contestar o no, no le tenía miedo pero si tenía miedo de que mi madre se entere de que ayude a una mujer a ser infiel como mi padre lo izo con ella, no contesté y paso un rato unos minutos ¡Asta qué alguien tocó la puerta! Me tranquilice seguro era mi madre.
Abrí la puerta y estaba Raúl parado delante me que de parado quieto esperando un insulto un golpe en la cara de asta que habló.

Raúl: y Diego que paso con el almacén no lo terminaste de limpiar y de mover las cosas

Sentí un gran alivio cuando su de su boca salieron ésas palabras ahora necesitaba una nueva escusa para convencerlo.

Yo: tube un pequeño problema Raúl

Raúl: cuál que paso.

Yo: me callo mal algo que comí y anduve ...