1. Yago (VIII): Final


    Fecha: 08/11/2018, Categorías: Hetero Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    Entre sueños, Nandillo pudo escuchar a Benoît diciéndole a Pierre que ya podía enganchar los caballos en el carruaje del Duque; Alfonse le había explicado como esconder bien a Yago, y el equipaje ya estaba preparado.
    
    Pero, entonces abrió los ojos y fue a ver lo que pasaba; y se dio cuenta de que tenía que ayudar a su señor.
    
    - ¡Señor!, ¡mi señor!… ¡despertad!…
    
    Había cogido la cara de Yago con sus manos, y la movía de un lado a otro, intentando despertarlo.
    
    - ¡Despertad, mi señor!
    
    Esa noche, había sido muy especial para el Sr. Marqués. En su propio castillo había encontrado lo que siempre había buscado.
    
    Ese sargento, era la hostia; y estaba dispuesto a convertirlo en su secretario. Le asignaría una habitación junto a la suya; y así podría disponer de sus servicios en cualquier momento.
    
    Y con esos pensamientos se quedó dormido…
    
    Pero, Antonio, el ayuda de cámara, le despertó a las siete de la mañana para que despidiera al Duque.
    
    - ¡Lo siento, excelencia!, se os veía dormir tan plácidamente, que casi he dudado en despertaros.
    
    - ¡Está bien!, Antonio. ¡Enseguida estoy!.
    
    En la puerta del palacete, ya esperaba el carruaje del Duque tirado por cuatro percherones blancos, cuando Benoît y Alfonse se apresuraban a echar un último vistazo. Ambos, suponían que Yago sabría permanecer oculto a los ojos del Duque. Esas fundas con grandes flecos, le protegerían.
    
    Hervé de Clementsy y Didier Delors, el preferido del Duque, ya montaban sendos corceles; y se ...
    ... habían colocado a la cabeza de la comitiva.
    
    Cuando el Duque apareció, el Marqués, que lo estaba esperando, sacó su reloj de bolsillo y lo miró...
    
    - ¡Que puntualidad!, Sr. Duque.
    
    - Espego que pegdonéis este pequeño adelanto, Sire. Pego, me gustagía salig a las ocho…
    
    ... ¡en punto!, si es posible.
    
    Le indicó, a Benoît, que abriera la portezuela del carruaje; y despidiéndose del Marqués con una ampulosa reverencia, dijo:
    
    - Ya sabéis que siempge lo paso muy bien con vos, ¡mon cher ami!. ¡Adogo vuestgo país!... pego, tengo que volveg a Versailles…
    
    y entró en el carruaje.
    
    - Au revoir!, monsieur le Marquis.
    
    - Au revoir!, Sr. Duque. ¡Bon voyage!
    
    Etienne subió tras el Duque; y se sentó frente a él.
    
    Y Benoît, que iba en la parte trasera del carruaje, de pie y a la izquierda, le indicó a Pierre, que llevaba las riendas, que iniciara la marcha.
    
    Sin embargo, el capitán Salazar, que también había salido a despedir al Duque y acompañaba al Marqués, no dejaba de pensar en Yago ni un solo momento; y como tuvo una fuerte corazonada, se atrevió a poner sobre aviso al cuerpo de guardia.
    
    Se dirigió a uno de los soldados de la puerta principal; y le ordenó que bajara a avisar...
    
    - ¡Rápido!, decidle al oficial de guardia, que pare el carruaje del Sr. Duque.
    
    - Pero, ¿que decís, capitán?, dijo el Marqués.
    
    - ¡Excelencia!, confiad en mí. Es posible que nos llevemos una sorpresa. Intuyo que el prisionero podría estar escondido en el carruaje del Sr. Duque.
    
    - ...
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