1. La putísima madre (capítulo 1)


    Fecha: 07/11/2018, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    Tentación
    
    Todavía recuerdo, como si hubiese sido ayer, aquella mañana de viernes en la cual todo comenzó. Era el último día de clases antes de los exámenes finales, así que me levanté temprano, me di una ducha activadora y bajé a desayunar. Cuando entré en la cocina, no tenía idea de que lo que estaba a punto de ver cambiaría mi vida para siempre. No sospechaba yo que allí mismo, en el seno de mi hogar, me iba a encontrar de cara a la perdición, ni que ésta iba a tener la forma del culo de mi madre.
    
    ¡Y qué culo! Ella estaba parada contra la mesada lavando unas piezas de vajilla –las cuales calculé que habían contenido el desayuno de mi padre, lo que me permitió contemplarla unos instantes desde atrás. Mis ojos rápidamente descendieron por su espalda, cubierta por una sexy musculosa blanca, para posarse incrédulos sobre sus apretadas calzas de color azul claro, las cuales llevaba bien incrustadas en el medio del orto. Quedé congelado. Nunca la había visto vestida de manera tan provocativa. La impresión fue tan fuerte que no pude evitar dejar escapar un suspiro, el cual hizo que ella notara mi presencia. Entonces giró su cabeza y, mientras dejaba una taza sobre el seca-platos, me dio los buenos días. Yo retribuí su saludo y comencé a prepararme un café sin poder dejar de observarle la cola. Luego pregunté:
    
    –¿Es ropa nueva? Te ves bien –bien puta se veía.
    
    Ella agradeció mi elogio con una amplia sonrisa mientras me confirmaba que era ropa de estreno.
    
    –¿Cómo me ...
    ... queda? –me preguntó llevándose las manos a su cintura en pose de modelo.
    
    –A ver… una vueltita –le dije mientras mi mano trémula, producto de la excitación, dejaba la taza de café sobre la mesada, volcando parte de su contenido.
    
    Entonces giró sobre si misma mostrándome ese cuerpo espectacular, de generosas curvas, desconocido hasta ese momento para mí. A la mitad de su giro pude contemplar cómo se le marcaba el diminuto triangulito de la braguita perdiéndosele completamente en el ojete. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo: mi madre, esa inocente ama de casa siempre tan recatada y pudorosa, ¡estaba usando tanga! y la exhibía ante su propio hijo con el mayor descaro. Las nalgas hinchadísimas de su culo respingón estiraban la tela de la calza hasta un punto crítico, quedando al borde de correr el mismo destino que las camisas del increíble Hulk. Cuando completó su vuelta reparé en sus dos enormes y redondas ubres, que parecían que iban a escapar de su escotada musculosa. “¿Dónde tenía escondidos ese par de melones?”, me preguntaba inmerso en mi perplejidad.
    
    –Estás divina, ma –se escapó repentinamente de mis labios.
    
    Ella se sonrojó levemente y me agradeció el piropo dejando escapar una risita nerviosa, a la cual yo retribuí con una de igual calibre.
    
    –¿Y papá? –pregunté buscando romper el silencio incómodo que había generado mi comentario.
    
    –Se acaba de ir a su trabajo –me respondió.
    
    “Qué suertudo hijo de puta”, pensé, invadido por la envidia de ...
«1234...»