1. El día que la mierda valga plata...


    Fecha: 21/10/2018, Categorías: Fetichismo Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    Lo que les contaré es uno de los momentos más especiales que he tenido en mi próspero y peligroso negocio. Llevaba muchos años trabajando en colegios y estaba a punto de retirarme, no por los riesgos sino porque podía permitírmelo. Y no solo podía permitirme el retiro de mi profesión a los treinta y tantos, sino que proyectaba retirarme también del negocio que estaba dándome tanto dinero. Pero ¿sería posible? Había oído decenas de historias en las que los negocios ilícitos volvían adicta a la gente. El término “dinero fácil” no era suficiente. Yo le añadiría “divertido”. Sí, “dinero divertido”. No, no eran drogas… - profe, ¿me das permiso de ir al baño? Una fuercecilla maliciosa tiró de mis labios, tuve que esforzarme por ocultarla. - vamos – le contesté a Melanye – Adri, quedas a cargo. - como mande profe – contestó la gigantona marimacha, poniéndose de pie y atravesándose en la puerta del salón. Afuera, en el pasillo, le pregunté a Melanye: - ¿Tienes caquita, mi amor? - sí – sonrió ella ampliamente. Melanye era una chica de grado octavo, de catorce años, vivía sola con su padre. Su madre había muerto víctima del cáncer hacía varios años. La vida de ambos había sido bastante dura desde entonces, pero el destino los juntaría conmigo, a ellos a y muchas otras hermosas chicas, para decir adiós a la pobreza. Nos fuimos al centro de audiovisuales del colegio, después de caminar varios minutos atravesando el campus del colegio. Por el camino nos encontramos al rector, a la ...
    ... coordinadora y a varios profesores que, tras un filtro normal, se considerarían “influyentes”. Pero los filtros normales eran algo que las chicas, sus familias y yo habíamos dejado atrás hacía mucho tiempo. Ya no éramos gente convencional que se guiara por estándares ni principios convencionales. Tanto era sí, que las mismas chicas, Paula, Coraline, Valeska, Sebastiana, Rachel, Alice, Natasha y Asenéd, permanecían escolarizadas solo por aparentar. Mientras los profesores y otros funcionarios que nos habíamos cruzado camino a audiovisuales, seguían sus vidas de doble moral y apariencia de ciudadanos intachables, Melanye y yo estábamos liberados, y también seguimos nuestros caminos. Es inevitable la arrogancia y la sensación de superioridad que proporciona el salirse del rebaño. Melanye cerró la puerta y se dirigió al cuarto de máster, donde apretó el botón rojo. Afuera, un avisito retroiluminado se activó. Decía “grabando”. Pero no decía grabando qué. La confianza que yo había ganado manipulando los hilos a los que las mimas personas se aferraban como marionetas felices, era absoluta. Sin alguien preguntaba quién estaba allí, y oían decir que era yo, no había ningún problema. Ni si quiera si les decían que estaba a solas con una estudiante. Así funciona con decenas de personas que abandonan sus estatus de borregos, manejan los hilos, echan el discurso, muestran resultados, se hacen una reputación y entonces, a la mierda con las convenciones. Al estilo Sergio Andrade. En menos de un ...
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