1. La tanga roja de la profesora de mi hija


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    ... por una chica de 21 años y escort eventual. Arreglamos el lugar de encuentro. Un hostal relativamente cerca de su universidad.
    
    Al día siguiente, la espere en recepción del hostal acordado. Llegó puntual, pero en su traje de estudiante de educación. Casi de niña buena y naif. Me excite mucho al verla así. Pague y fuimos a la habitación.
    
    No me cobró al entrar a la habitación, como cualquier puta. Solo me dijo que se bañaría primero. Me acosté en la cama mientras ella se duchaba. Al salir solo llevaba puesta una tanga roja. Sin nada más encima. Su cuerpo era perfecto para mi gusto. Delgada y con unas ciertas curvas en sus nalgas y un busto mediano.
    
    Se acostó a mí lado. Me levanté y besé sus labios. Fue un inicio perfecto. Una puta que besa es una puta perfecta para mí. Tras disfrutar sus labios, comencé a bajar por su cuello, lamiendo y besando. Llegué a sus pezones y comencé a lamerlos dulcemente. En ese instante empezó a gemir. Una puta que gime sin actuar es doblemente perfecta.
    
    Estuve un rato así, lamiendo sus pezones. Baje a su vientre, firme y suave, de mujer muy joven aún. Pero no duré mucho allí. Bajé más y empecé a besar su coño sobre su tanga ...
    ... roja. La sentí húmeda, muy húmeda. Eso me terminó de poner loco. La puse de lado (como me encanta poner una tanga de costado), sin retirarla. Comencé a lamer sus labios mayores y sentía como gemía ya salvajemente. Me concentre luego en su clítoris y tras un par de minutos se corrió en mis labios.
    
    Me sentí satisfecho. Subí y me acosté a su lado. Ella me abrazó. Me beso y durmió. Vele su sueño. Hasta con ternura podría decir. Habrá dormido más de una hora mientras velaba su sueño y veía Investigation Discovery en el cable.
    
    Al despertar me besó. Y el ritual se repitió. Comencé a besarla y bajando con mi lengua y labios por su cuerpo. Volví a encontrarme con su tanga. Nuevamente la puse de lado. Por segunda vez la hice gemir y llegar con mis labios y mi lengua. Mi perfecto fetiche, una corrida en mis labios.
    
    Tras su segunda venida, nos dimos cuenta de la hora. Sentí su turbación pues debía volver a clases y no había "cumplido su parte". Le dije que tranquila, que todo bien. Mientras nos vestimos le pagué lo acordado. Salimos. Nos volvimos a ver muchas veces más. Algunas como docente de mi hija, otras con su tanga siempre roja, en un hostal cerca de su universidad. 
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