1. Mi más reciente confesión


    Fecha: 18/04/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Ishtar, Fuente: CuentoRelatos

    Ya he contado sobre Diego en “El primo diácono” y que siempre me confieso con mi primo le insisto que mi mayor pecado era querer seguir cogiendo con él toda la vida. Lamentablemente, por su situación, nuestra relación es secreta. Es difícil poder vernos debido a sus ocupaciones, pero a veces, cuando viene por acá, o vamos a la ciudad donde está asignado, me confieso con él y vuelvo a quedar en pecado que ambos lo tomamos como «venial» por el amor que nos profesamos.
    
    Pues resulta que Diego tuvo que venir a la CDMX para atender un asunto eclesiástico, su cita sólo requería un día, pero en la diócesis le autorizaron dos días más para estar con su familia, al fin que ya había pasado todo el asunto de La Cuaresma. En la casa familiar sólo están mi hija y una de mis hermanas y allí decidió Diego recibir a otros familiares. Mi esposo y yo vivimos en otra casa, la nuestra, pero él aceptó que yo estuviera atendiendo a Diego esos días ya que mi hermana y mi hija tienen varias ocupaciones. ¡Yo, encantada de atenderlo!
    
    Cada momento que estábamos solos era una sesión de arrumacos, manoseos y chupadas de sexo. Felices de estar juntos y coger sin molestias, pues era en la tarde cuando él recibía a las visitas. En la noche cada quien dormía en su cuarto (yo con mi hija), ¡claro!, era una casa decente.
    
    La primera mañana, ya que salieron mi hija y mi hermana, retozamos en la cama para reponer el tiempo que no nos veíamos. También, después del baño, preparábamos la comida y bocadillos ...
    ... para los invitados. Yo andaba con falda amplia y una camiseta, sin más, por lo que se le antojara al primo, quien siempre andaba con la verga de fuera. Además, yo traía una bata encima, por si se presentaba alguien, no se notara que no tenía sujetador. Diego se sentaba en el sofá y yo, levantándome la falda, me sentaba en su erección. Así la pasábamos, entre remolineos de mis nalgas sobre él, besos en mis tetas y boca y suspiros o jadeos al venirnos.
    
    –¿Cómo te trata tu nuevo marido? –me preguntó.
    
    –Bien, pero no tan bien como yo quisiera– contesté
    
    –¡Cómo es eso! ¿Te inflige por algo? –preguntó alarmado y consternado.
    
    –Ja, ja, ja. No, él es un pan y de trato dulce, pero no quiere darme lechita en su biberón, sólo me chupa las tetas, pero la panocha no, porque “es antihigiénico” –me quejé.
    
    –¡Dios me libre! ¿Y qué haces para completar tu “cuota”? – preguntó pues sabe que me fascina que me chupen la panocha y mamar verga.
    
    –Sigo con José, él sí lo hace muy bien, desde hace como 30 años, pero…–me quedé dudando si le contaba lo que José y yo hacemos últimamente.
    
    –¿Pero qué? Por lo que me has contado de José es muy buen tipo, ¿ya cambió? –volvió a preguntar con preocupación.
    
    –Sí, ya cambió todo… –señalé e hice una pausa expectante.
    
    –¡Cuenta! ¿Se molesta porque no lo dejas cogerte? –me instó por la continuación de mi respuesta.
    
    –Ya cogemos y me lo hace riquísimo, casi como tú, pero ahora es mejor –señalé.
    
    –¿Cuál es el problema? –preguntó frunciendo el ...
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