1. Violada por un incubus


    Fecha: 02/02/2024, Categorías: No Consentido Autor: Aslam56, Fuente: CuentoRelatos

    En esta ocasión he de contar un suceso incomprensible a la ciencia. En la religión judío cristiana se le llama posesión demoniaca. Han pasado más de cuarenta años de aquello vivido y aun siendo testigo, es un hecho difícil de creer.
    
    Corría el año de 1978, para entonces mi matrimonio con Elizabeth, se encontraba completamente fracturado. Las desavenencias ocurrieron desde que llegamos a esa casa maldecida en la Ciudad de México. Lo más duro fue cuando ella, en el bolsillo de mi pantalón encontró una perfumada carta de amor, sin firma ni nombre. Por más que juré desconocer al autor de la misiva y menos saber la identidad de quién la introdujo a mi pantalón, enojada me soltó un bofetón que casi me tira de bruces al piso.
    
    Sin esperar opinión mía, de nuestra habitación, pasó todas sus pertenencias al cuarto de invitados. Era tal mi molestia por su trato injusto que por quince días evité dirigirle la palabra. Así inició el infierno. Completamente me hartaba. Me dediqué a tomar horas extras en el trabajo. De regreso a casa el cansancio me llevaba directo a mi habitación a dormir.
    
    Una mañana lluviosa, Elizabeth, enojada tocó a mi puerta. Al abrirle, me gritó
    
    - Rata de dos patas ¿Anoche, quién te autorizó a entrar en mi cuarto?
    
    Desconcertado, le dije
    
    - ¡Estás loca! ¡No tengo interés en ti! ¿Te olvidas que me acusaste de tener amante?
    
    Me reviró
    
    - ¿Ah, sí? ¿Entonces qué persona con sus manotas cochinas me tocaban y acariciaban las piernas? ¡Eras tú! ¡Mendigo ...
    ... libidinoso!
    
    Al ofenderme, le di portazo. Sin decir más, se retiró. Desde ese día, a cada instante se metía en mi cabeza que pronto me llegaría la notificación de exigencia de divorcio. En la madrugada toda la casa era silencio. Después de prepararme un té, subí a mis aposentos. Cuando llegué a mi cama, vi entre las almohadas un escrito que decía
    
    - ¡Ya lárgate de la casa! No vuelvas cerdo flaco. Pito enano. ¡Apestas!
    
    La cólera me invadió. Me dije a mismo
    
    - ¡Esto lo tiene que decir en mi cara!
    
    Salí al pasillo, me dirigí a su estancia, toqué bruscamente la puerta. Al salir ella, le aventé el papel en la cara y le grité
    
    - ¡Dame una semana para encontrar casa y largarme de aquí!
    
    Ella, airosa, dijo
    
    - Ok. Ya veo que has decidido irte con la largatona panzona, ojos viscos que te conseguiste. ¡Hazlo! ¡A mí me vale quesadilla!
    
    Me retiré para mal dormir en mi cama. Durante cinco días visité varios departamentos de alquiler para ver cuál se ajustaba a mí presupuesto. Con Elizabeth, acepté promover un divorcio voluntario para evitar desgastes emocionales en los tribunales.
    
    Dos noches antes de mi mudanza, mientras veía una película, escuché murmullos extraños. Salí al pasillo. Había una peste asquerosa, así que tapé mi nariz. Los ruidos provenían de la habitación de ella. Cerca de su cuarto comprendí que eran gemidos. Por la cerradura se asomé. La vi sobre la cama, desnuda y con las piernas abiertas. Sus cobijas no tapaban el rebote frenético del baile de sus ...
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