1. La fantasía y la realidad a veces se encuentran


    Fecha: 14/10/2018, Categorías: Infidelidad Autor: AndresM, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando creí que mi noche se había arruinado, la realidad me hizo un regalo que no esperaba.
    
    Generalmente nos hacemos fantasías sexuales extraordinarias, coronadas con penes enormes que expulsan chorros de semen en culitos apretados insaciables. Pocas veces la realidad nos funciona de esa manera. Las frustraciones no son escasas, y muchos nos pasamos horas, días y más tiempo buscando en los chat gays y otras formas de contacto la manera de satisfacer esas fantasías.
    
    Como les conté antes, soy casado, sin problemas con las mujeres, y una vida sexual hetero bastante satisfactoria, a pesar de la edad. Claro que a veces, sobre todo cuando me toca estar solo, se me vienen las ganas de repetir la deliciosa sensación de ser placenteramente acariciado, excitado y penetrado como lo fui en algunas pocas oportunidades anteriormente.
    
    En eso estaba una noche en mi casa, solo y aburrido de chatear con personas que al final no quedaban en nada, o que no calzaban con mi edad, o que vivían muy lejos, o que simplemente me desagradaban con su forma de expresarse. Decidí vestirme e ir a buscar mi oportunidad, ya que por mi condición me son escazas. Pensé que esta vez me atrevería en un sauna gay. He visitado varios saunas de este tipo en diferentes lugares: Estocolmo, Washington, Buenos Aires e incluso acá en Santiago. Pero siempre me arrepentía de pasar a mayores, conformándome con ver o escuchar a otros follando, dejándome acariciar, frotando vergas, masturbándome hasta quedar saciado. ...
    ... Me acordaba que en Suecia se clausuraron y prohibieron este tipo de establecimiento, por considerarlos un peligro a la salud pública, cuando el VIH se hizo conocido en todo el mundo.
    
    Para ser prevenido, llevé unos condones, y un pequeño tubo de lubricante. Una vez en el sauna, y después de una buena ducha, me fui a una cabina, me tendí en la clásica colchoneta colocada en una tarima del tamaño de una cama de una plaza, y dejé la puerta entreabierta para que todo el que pasara por ahí viera que estaba disponible. Sentía a los tipos pasar por fuera, las pisadas de sus pies desnudos, los murmullos, pero ninguno entraba. Hasta que me di cuenta que había un señor medio calvo que me observaba con el pene en la mano. Me erguí un poco y le hice una seña para que entrara.
    
    Al entrar cerró la puerta y acercó su pene a mi cara. Inmediatamente abrí mi boca y dejé su polla entrar, chupándoselo con ganas. Lo invité a que se pusiera uno de mis condones, lo cual hizo, y estando yo de bruces, se puso encima mío entre mis piernas, afirmó su glande contra mi hoyito y me lo enterró sin más preámbulos. "Ayyyy, me duele mi culo", le grité, pero sin darse por enterado, se desplomó con todo su peso y me lo enterró entero. Jadeando, me agarró con ambas manos de los hombros, y empezó a culearme con una ansiedad que no había visto hasta ese momento. Felizmente, la experiencia terminó poco después, cuando se vino dentro de mí en poco rato. Permaneció un instante encima mío, se levantó, se sacó el ...
«123»