1. Diario de Eva (episodio I): Fuera de su liga


    Fecha: 04/12/2023, Categorías: Sexo Oral Autor: EvaManiac, Fuente: CuentoRelatos

    ... tampoco echaba de menos esa práctica.
    
    Pero es un hecho irrefutable que las cosas cambian en función de las experiencias y del entorno. Vaya si cambian…
    
    -¡Buenos días Antonio!
    
    Después de haber descubierto durante la pasada noche uno de los secretos más íntimos de aquel sujeto, esta mañana yo estaba radiante, y de camino al trabajo me lo crucé en el portal, mostrándole una sonrisa.
    
    -¡Buenos días, Eva!
    
    Pero me detuve. Me había prometido que no lo haría, que pasaría de largo. Pero me pudo ese retorcimiento mío estúpido y problemático. Retrocedí y me acerqué a su mesita de conserje. Me aproximé a él lo menos sospechosamente posible, y ante su mirada atónita le susurré.
    
    -Anoche vi algo…
    
    -Tú me dirás qué ha pasado.
    
    -En realidad… te vi a ti…
    
    -No te sigo…
    
    Se puso muy nervioso. No creo que aún supiera exactamente a lo que me refería, pero sin duda tenía una ligera sospecha. Seguí runruneando.
    
    -Anoche llegué tarde… Vi la luz… Estabas… bueno… la tele…
    
    -¿Me espías en mi propia casa, tía?
    
    -No es eso… no. No espiaba… solo vi luz y pensé…
    
    -¿Pensaste? ¿Qué pensaste? ¿Que tenías que mirar por la ventana?
    
    -Joder… No. Pero te vi… Lo siento.
    
    Ya está. Ya había conseguido sentirme como una mierda. Puse pies en polvorosa. Lo dejé plantado en su estupefacción y no miré atrás. Solo esperaba no encontrármelo nunca más en la vida. Absurdo, claro. Era el portero de mi finca, joder.
    
    Había pasado una semana desde mi encontronazo con Antonio. Apenas nos ...
    ... cruzamos un par de veces en todos estos días y, desde luego, ni se dignaba a mirarme. No le culpé. La situación la había pervertido yo solita. Aquella misma noche, cuando estuve segura de que Martín dormía profundamente, salté de la cama, me puse la camiseta y los shorts, las playeras de ir por casa, y planifiqué una disculpa. Supe que tenía que zanjar esta rencilla con Antonio. De acuerdo, la una de la mañana de un martes no parecía el momento idóneo, pero era ahora o nunca. Todavía sentía en mi cabeza las dos copas de vino durante la cena, así que desinhibida y a medio vestir bajé al portal, vi luz en el cristal de su casa, me acerqué a la puerta y llamé al timbre. Pasaron 5 segundos eternos antes de que se abriera la puerta.
    
    -¿Tú? ¿Qué cojones quieres ahora?
    
    -Perdón, Antonio…
    
    -Pero, ¿estás pirada, tía? ¿Ahora te presentas en mi casa de madrugada?
    
    Me quedé clavada en el umbral de la puerta, sin saber qué decir. Solo le miré con carita de cordero degollado. Ahora mismo no sabía si debía salir zumbando de vuelta a casa o permanecer ahí impertérrita, con la esperanza de que sus reproches aflojaran de intensidad. Entonces me adelanté un paso obligando a Antonio a retrocederlo. Y luego otro. Así franqueé hacia el interior, como si le estuviera empujando a su propia trampa que, en realidad, era su propio hogar.
    
    -Quiero que te corras en mi cara, Antonio.
    
    -¿Qué? ¿Tú qué coño te has fumado?
    
    Esta vez el paso atrás lo dio él solo. Aguantó la respiración como si fuera ...
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