1. Esclavo de Juliana


    Fecha: 28/10/2023, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... partir de ahora serás quien yo quiera, del sexo que yo quiera, y te humillarás mucho al saber que no tienes derecho a tomarte ciertas libertades!
    
    Débilmente, empiezo a disculparme, pensando en admitir mi fetichismo de pies y explicar la situación... Pero Juliana no me deja hablar:
    
    - Ve al baño, mis calzones están ahí, dentro de una bolsa. Tómalos y tráelos aquí.
    
    Algo, en su tono de voz, me quitó cualquier posibilidad de hacer otra cosa que no fuera obedecerla... No dejaba de pensar que ahora ella conocía un lado más sucio de mí, y que era mejor obedecer que discutir y terminar avergonzado…
    
    Como ella mencionó, una pequeña bolsa de supermercado estaba encima del bidé con lo que parecían ser sus pantalones cortos doblados (se había cambiado en el baño). La tomé y volví a la habitación.
    
    Al entrar cerré la puerta porque no sabía qué podía pasar ahí, pero creí que no sería nada que me gustaría que vieran los demás. Le tendí la bolsa, pero ella dijo:
    
    - No, como eres entrometido, quiero que te lleves mis bragas usadas dobladas ahí junto con los shorts. Esa, esa... Dámela aquí.
    
    Era una braguita rosa, del tipo espalda fina, era una pieza pequeña, pero no provocativa... Tenía estampados de flores sobre una tela blanca donde estaba el coño.
    
    - Aquí, ven aquí, más cerca...
    
    Juliana localizó el lugar donde estaba su coño, le dio la vuelta a la braguita y me dijo:
    
    - De rodillas, lengua fuera.
    
    - Ju, lo siento, fui un idiota, pero no pude controlarlo...
    
    - ...
    ... Cállate, si no lo haces ahora mismo diré lo que hiciste.
    
    Con miedo, obedecí. Me arrodillé frente al sillón, casi pegándome a sus piernas, saqué la lengua y Ju frotó las bragas allí. Quitó toda la suciedad que se acumula en el tejido que está en contacto con el coño, en mi boca. Frotó un poco, fuerte, con 2 dedos, y miró a ver cómo iba... Frotó un poco más, miró. Al terminar, pidió:
    
    - Ahora vístetelas.
    
    Yo dudé. Empecé a enojarme un poco e hice mis protestas. Pero cuando empiezo a levantarme, Juliana me da una patada en los huevos y me derrumbo del dolor.
    
    - Harás lo que yo diga. No puedes hacer nada, no puedes hablar con nadie porque si no te denuncio, no me puedes pegar o te denuncio, solo puedes obedecer, Gustavo. No seas idiota, obedéceme porque es mejor ser mi felpudo que ser el hazmerreír.
    
    Del nerviosismo, del dolor y un poco de rabia, noté que mis ojos estaban llorosos. Mi cuerpo era una mezcla intensa de sentimientos…algunos incluso promiscuos, pero estos aún no los había notado.
    
    Muriendo de vergüenza y desprecio, me desnudé. Estaba desnudo, de espaldas, pero ella me pidió que me diera la vuelta. Fue entonces cuando ambos nos dimos cuenta: mi pene todavía estaba casi erecto. No entendí muy bien, pensé que era una respuesta al dolor, pero cuando Juliana me llamó tuve que continuar con mi tarea. Las bragas no me entraban, eran pequeñas. Pero me vi obligado a empujarlas tan fuerte como pude, obviamente estropeando la pieza, pero al final funcionó. Estaban ...