Mi mejor amigo - Relatos Eróticos

Mi mejor amigo

Conocí a Franco en el trabajo hace ya mas de 5 años. Yo de planta y el haciendo rutas en diferentes locales, supervisando las ventas y cosas así. Nos veíamos 3 veces a la semana.
La primera vez que me vio, su mirada se iluminó un instante y luego disimulo girandose hacia otro lado, al ver ese gesto tan sutil pero expresivo, me sentí halagada. Soy una mujer de pequeña estatura. 1.50 cm , complexión delgada, bien proporcionada, no voluptuosa, cabello largo y rojizo. Mi experiencia en la vida me ha permitido reconocer las miradas a mi alrededor, si bien no me gusta ser el centro de atención y prefiero pasar desapercibida, muchas veces no puedo evitarlo lo cual me hace sentir deseada, lo que me encanta.
Comenzamos a charlas de vez en cuando asuntos de trabajo, hasta que de pronto salió un tema de conversación a lo cual el comienza a utilizar un lenguaje complejo, ese tipo de lenguaje y temas de conversación que caracterizan a la gente culta. Lo cual me pareció muy agradable, mucha gente no entendía de lo que hablaba y sólo asentía con la cabeza, en mi caso debati al respecto,  lo cual hizo esbozar en el una leve sonrisa picarona. 
Conociéndolo un poco más, descubrí que al igual que yo, estaba casado y con hijos. El, al saber esto de mi, no podía creerlo, ya que por mi apariencia y contextura me veo más joven que lo usual.
Comenzamos a salir de vez en cuando fuera del horario laboral, solo una vez cada dos meses y nuestra amistad se hizo cada vez más íntima, aclaramos ...

... nuestras emociones y si bien sabíamos que había una atracción mutua era mejor no incursionar en ello por nuestro bien personal para no acabar con nuestros respectivos matrimonios.
Así pasaron los años, conocíamos ya a los cónyuges del otro, no como una pareja de amigos que se reúne, pero si con el respeto y la distancia que conlleva la presencia de la pareja en la vida del otro. 
Al pasar casi 5 años, se me ofreció la oportunidad de crecer profesionalmente, por lo cual me cambié de trabajo y cada vez nos distanciamos más. Las pocas veces que lo veía se notaba triste y cabizbajo, pero jamás me explicó la razón. 
Hasta que llego el momento en que le ofrecieron un ascenso, donde debía trasladarse a otra zona del país, por lo cual era evidente que quizá ya no podríamos vernos en mucho tiempo más.
Nos juntamos por última vez para despedirnos. Era un día de invierno, teníamos planeado tomar unas cervezas y comer algo mientras conversábamos y luego irnos a nuestros respectivos hogares. 
Sin embargo por las limitaciones debido a el virus, no hayabamos lugares disponibles en ningún pub, hasta que se nos ocurrió la idea de arrendar un departamento por 5 horas, compramos la comida y bebida en el supermercado y luego nos dirigimos allá. El departamento tenía un dormitorio matrimonial, sala y cocina americana, un baño. Esos departamentos típicos que existen en el centro de la ciudad. Entramos y nos pusimos cómodos, comenzamos a beber mientras escuchábamos música, hasta que por curiosidad ...