1. Aprenderemos juntos


    Fecha: 03/09/2018, Categorías: Intercambios Autor: Escriba, Fuente: CuentoRelatos

    La fiesta de fin de curso fue, como cabe esperar cuando juntas alcohol, jóvenes y una casa sin padres, una auténtica locura. En nuestra defensa hay que decir que había sido un año bastante difícil, con muchas horas sentados frente a los libros, y ahora que los exámenes habían terminado nos merecíamos una recompensa.
    
    Hacia la mitad de la noche, cuando buena parte de los invitados ya se había marchado o se hallaba durmiendo en cualquier rincón, a Pedro, el dueño de la casa y mi mejor amigo, se le ocurrió que sería divertido jugar a la botella. Aunque es un juego bastante infantil, las chicas andaban achispadas por la sangría, por lo que no pusieron reparo alguno; por supuesto, los chicos habrían aceptado aunque no hubiesen tomado una sola gota de alcohol en toda la noche.
    
    A decir verdad, yo no tenía muchas ganas de jugar. En primer lugar, porque de nuestra clase no había ninguna chica que me gustase particularmente. Pero sobre todo porque intuía que Pedro había propuesto el juego con la única finalidad de poder besarse con mi hermana, que me había acompañado a la fiesta. Quizá parezca un poco extraño que llevase a mi hermana, que es un poco más pequeña que yo, a una fiesta en la que había alcohol y lo que no es alcohol, pero lo cierto es que ella y yo siempre hemos estado muy unidos, y como es muy madura para la edad que tiene, ni a mí ni a mi grupo le ha importado nunca que salga con nosotros.
    
    Mientras la botella giraba y giraba, yo intentaba animarme. Pensaba que ...
    ... Pedro no solo era mi mejor amigo desde que tenía memoria, sino también un chico muy agradable y responsable, y sin duda habría sido una pareja perfecta para mi hermana, puesto que siempre habían tenido muchas cosas en común. No obstante, se me hacía raro pensar en que mi hermana pequeña pudiera salir con alguien, y aunque sabía que eran celos estúpidos y entendía que ella no iba estar eternamente pegada a mí, se me agriaba el humor solo de imaginármelos juntos.
    
    Pero Pedro no llegó a besar a mi hermana. Aquella noche la botella parecía dirigida por la mano del destino, de tal modo que muchos de los besos que se dieron eran entre amigos a los que siempre habíamos imaginado juntos; aquel juego fue la chispa que prendió la llama de un buen puñado de romances de verano. También a mí me favorecía la fortuna, en parte porque no me tocó besarme con ninguna de mis compañeras de clase, en parte porque Pedro nunca tuvo la posibilidad de besar a mi hermana. De hecho, cuando ya quedábamos pocos jugando y era lógico pensar que el aciago beso se podría producir, la botella se burló de Pedro al pedir que nos besáramos mi hermana y yo. Todos nos reímos y mi hermana, muy seria, adoptó una pose teatral esperando un beso, que yo le di pudorosamente en la mejilla. El pobre Pedro nos miraba atónito, como un cazador al que la presa se le escapa en el último instante, y finalmente reconoció que era hora de levantar el campamento.
    
    Entre unos pocos limpiamos mínimamente la casa, despertamos a los ...
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