1. Quizá la mejor experiencia de mi vida


    Fecha: 27/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: zibur, Fuente: CuentoRelatos

    ... caricia trasera me proporcionó, estando como estaba además con las bragas bajadas, que leves y placenteros escalofríos me estremecieron los pechos y todo el espacio entre los muslos. Me sentía en la gloria.
    
    No sé por qué, pero cuando comenzó a retirarse de nuevo tuve un impulso que me llevó a romper mi quietud, y quitarme las bragas por completo yo misma sacándomelas por los tobillos. Al hacerlo, no pude resistir la tentación de torcer la vista hacia donde él se encontraba, otra vez de pie, pero no para escudriñar su cara e intentar adivinar qué tipo de hombre era, no; lo único que en realidad me intrigaba de él en aquel momento era su pene, su órgano sexual, que yo ya empezaba a desear sentirlo entre mis muslos y cuya primera visión mientras él aparentemente dormía, había sido el desencadenante de lo que ahora me estaba sucediendo, incluido ese primer y gozoso roce suyo en mi culo.
    
    Y sí, pude por unos intensos instantes apreciar cómo era aquel excitante miembro, fijé descaradamente la vista en él hasta que el hombre me sujetó de un hombro y de la cintura para, haciéndome girar, volver a tener que tumbarme, ahora más bien boca abajo. Ahí, en esa postura, tras darme él un par de suaves cachetes en las nalgas entendí que me conminaba a que me dejara hacer lo que él quisiera, como queriéndome decir que no era el momento aún de darme su polla, sino que él sabía muy bien lo que había de hacer durante aquella larga noche para que mi cuerpo gozara, para que él me ...
    ... gozara.
    
    No me opuse para nada, al contrario, me seducía enormemente jugar ese papel de cierta sumisión y ponerme en sus manos para que me manejara a su manera. En definitiva, me excitaba sobremanera que me lo hiciera un desconocido como él.
    
    En mi nueva postura, llevaba bien grabada en la retina la imagen que pude captar momentos antes y que no hacía más que incrementar mi deseo. Un nuevo y mantenido estremecimiento me llenaba el bajo vientre mientras sentía todo mi culo totalmente expuesto y desnudo, y recordaba la forma colgante de ese cilindro de puro sexo que tenía como atributo mi anónimo pero íntimo acompañante. Y es que no podía evitar sentirme morbosa e irremediablemente atraída por su órgano sexual. Sin saber objetivar del todo el por qué, me atraía y lo veía ciertamente diferente a los pocos que había visto y disfrutado hasta entonces. A pesar de que lo tenía todavía en un estado que se aproximaba más a la semierección que a la completa excitación, se presentaba en sí mismo poderoso, dilatado y pesado diría yo. Con un tamaño apreciable y un grosor como el de las bananas grandes, colgaba entre sus muslos más o menos vertical como un salchichón, pero al sentirse observado creí notarle cómo muy pequeños espasmos que lo tensaban hacia arriba, y eso me gustaba porque demostraba de alguna manera que también yo conseguía excitarle a él, simplemente con que intuyera mi expectación por su aparato, por su aparatoso rabo. Rabo que desde luego necesitaba de un esfuerzo considerable ...
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