1. Negación - Capítulo 6


    Fecha: 22/08/2018, Categorías: Masturbación Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... sueño, y aferrarme a la realidad, yo no había nacido para grandes cosas, yo era el hijo de mi madre, y nada más.
    
    Claudia me conoció en esos días negros, me apoyó y trató en vano de convencerme de seguir en la lucha, se empecinaba a evitar que me rindiera. Ella no sabía de los problemas en casa, yo sólo era un joven provinciano demasiado obstinado que había decidido abandonar sus estudios para ella.
    
    Fue en el bar donde trabajaba como guardia, fue un compañero de trabajo quién me habló de un negocio rentable, en el que por pocas horas y poco esfuerzo podías volverte millonario, si sabias sacarte partido. Lucas era muy guapo, y le llovían los clientes. Se acostaba con cualquier hombre que tuviera un billete en su cartera. Me introdujo a la prostitución, y me presentó a Eduardo.
    
    Sonó la alarma, era momento de partir. Me puse de pie lentamente, revisando cada dos segundos el piso. Temía ver el supositorio tirado ahí. Del vestidor saqué un buzo gris, que me puse rápidamente – sin ropa interior debajo – y una sudadera azul marino, que era tres veces mi talla. Me calcé unas zapatillas y me miré al espejo. Me veía más joven de lo que era, y a pesar de lo desaliñado del conjunto, me veía bien, desarreglado, pero presentable. Como cada vez que nos ...
    ... reuníamos, deje atrás el celular, solo lleve mi cartera con el dinero suficiente para mi retorno en taxi.
    
    Salí a la lluvia bajo un paraguas, las precipitaciones no cesaba. Hice el corto camino al paradero en silencio. Sentía el hormigueo de los nervios en el estómago, se acentuaba con cada respiración. No percibía en mi trasero ninguna diferencia, y pensé lo peor, -el supositorio no hizo efecto-. A mitad de camino me di cuenta que Iba demasiado desabrigado, el viento gélido abrazó mi cuerpo, y me congelaba. Llegué al paradero temblando, pero no tenía claro si era de frío o miedo.
    
    El auto no se hizo esperar, giró en la esquina lentamente, prolongando el momento. De pronto me pareció una pompa funeraria demasiado ostentosa, que trasladaría mi cuerpo hasta el cementerio. Al menos, pensé, allí podría descansar de todo este pesar. Me puse de pie trabajosamente, incapaz de hacer las conexiones sinápticas correctas entre mi cerebro y mis piernas. El deportivo negro se detuvo ante mí. El vidrio del copiloto bajó, revelando al demonio que se sentaba al volante. Como siempre me deslumbró la perfección de sus facciones, y la masculinidad de su cuerpo. Nos quedamos mirando por un segundo que se transformó en horas. Elevó las cejas.
    
    - ¿Vas a entrar o no? – dijo. 
«12...78910»