1. De cómo me convirtieron en una putita (4)


    Fecha: 09/08/2018, Categorías: Fetichismo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    La ventana de esa habitación daba a la calle y tras la ventana había un balcón en el cual todas las tardes ella se apostaba para espiar el movimiento de la vecindad.
    
    Tenía unos setenta años, de estatura pequeña y andar algo encorvado. El sentirme en poder de una mujer así me excitaba mucho, aunque en realidad me excitaba ser dominado por cualquier persona de edad como ella, como don Natalio y como el veterinario y que esas personas hicieron conmigo lo que quisieran. Me sentía ya no sólo gay sino totalmente sumiso.
    
    En ese momento mi curiosidad era qué quería doña Lola de mí. La vieja se sentó a mi lado y luego de mirarme un rato me dijo:
    
    -Vos no me viste, pero yo estaba en el balcón cuando ese viejo te agarró de un brazo y te metió de prepo en su casa. Así que te imaginarás que ni se te ocurra negarme lo que hacen cada vez que lo visitás.
    
    Yo empecé a ponerme colorado de vergüenza mientras la escuchaba en silencio y ella siguió: -Yo estoy grande para ocuparme de la casa, me cuesta, así que vos vas a ayudarme tres veces por semana un par de horas, me hacés limpieza general y yo después la mantengo.
    
    -Pero… -objeté tímidamente.
    
    -No, no, no, mocoso. Nada de pero, ¿o querés que les cuente a tus papás que lo visitás a don Natalio y lo que hacen ahí? ¿Querés que les cuente que tienen un hijo puto?
    
    -¡Nooooooooo!
    
    -Bueno, entonces sos mi sirvienta y se acabó.
    
    -¡¿Su sirvienta?! ¡No soy una chica! –protesté aunque interiormente convertirme en la doméstica de la ...
    ... vieja me excitaba… ¡y mucho!
    
    Mis mejillas ardían cuando doña Lola me dijo: -Calmate, ricura, o ya mismo voy a tu casa para hablar con tus papis.
    
    La tensión era tanta que casi me largo a llorar, pero pude controlarme.
    
    -No, no, doña Lola… Por favor…
    
    -Bueno, todo arreglado entonces. Te espero mañana a las dos de la tarde. –y sin darme ninguna posibilidad de negarme me acompañó hasta la puerta y nos despedimos.
    
    Perra de don Natalio y del veterinario y sirvienta de doña Lola, pensé, ¡Dios mío, qué degradación! Y era justamente esa degradación lo que me daba un intenso placer morboso.
    
    Al día siguiente mi dueño me llamó para convocarme en su casa a las siete de la tarde.
    
    Cuando llegué ahí estaba también el señor Álvaro y enseguida me excité sabiendo que iba a comerme dos penes.
    
    -Tengo que comentarle algo, don Natalio. –dije después de quitarme la ropa mientras el viejo me ponía el collar y el veterinario me sobaba las nalgas y me hacía sentir en ellas su pene semiduro.
    
    -Contá, perrita. –me animó don Natalio.
    
    Le hablé de doña Lola y lo que quería de mí y a mi dueño eso lo preocupó: -¿Estás seguro de que no va a hablar de lo que sabe?
    
    -No va a contar nada, don Natalio, ella lo que quiere es extorsionarme y que yo sea su… su sirvienta…
    
    -¡Perra y sirvienta! ¡sos una putita completa! –me humilló el señor Álvaro y ambos hombres estallaron en carcajadas que hicieron que mis mejillas ardieran de vergüenza.
    
    -¡Sí, tiene razón, amigo! ¡¿Y qué se hace con ...
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